Autor : De Vito, Eduardo L1-2, Arce, Santiago C1, Monteiro, Sergio G1
1Instituto de Investigaciones Médicas Alfredo Lanari, Facultad de Medicina, Universidad de Buenos Aires, Buenos Aires, Argentina.
2Centro del Parque, Cuidados Respiratorios, Buenos Aires, Argentina.
https://doi.org/10.56538/ramr.DKRX6399
Correspondencia : Eduardo Luis De Vito, E-mail: eldevito@gmail.com
RESUMEN
Este
artículo es el primero de una serie dedicada a ese extraño
fenómeno de la vida atrapado a medio camino entre lo consciente y lo
inconsciente: la disnea. El artículo proporciona información
sobre las definiciones a lo largo del tiempo y presenta la evolución de
las ideas que hicieron a la comprensión de sus mecanismos. La relevancia
de cada uno de ellos debe evaluarse en el contexto de cada situación
clínica y fisiopatológica específica. La experiencia de
la disnea comienza a ser vista como un fenómeno multidimensional que
debe estar centrado en lo que percibe el paciente. Considerando la complejidad
de la experiencia y su multidimensión, es posible que se desarrollen
nuevas opciones terapéuticas en tiempos venideros.
Palabras
clave: Síndrome
de Dificultad Respiratoria; Disnea; Definición; Fisiología;
Fisiopatología
ABSTRACT
This
article is the first in a series dedicated to that strange phenomenon of life
caught halfway between the conscious and the unconscious: dyspnea. The article
provides information on the definitions over time and presents the evolution of
the ideas that led to understanding its mechanisms. The relevance of each of
these mechanisms must be evaluated in the context of each specific clinical and
pathophysiological situation. The experience of dyspnea begins to be seen as a
multidimensional phenomenon that must be centred on what the patient perceives.
Considering the complexity of the experience and its multidimensionality, it is
possible that new therapeutic options will be developed in the future times.
Key
words: Dyspnea;
Respiratory Distress Syndrome; Definitions; Physiology; Physiopathology
Recibido: 25/11/2022
Aceptado: 09/03/2023
INTRODUCCIÓN
La
supervivencia de nuestros ancestros requirió una actividad física
extenuante. Las molestias respiratorias experimentadas durante esa actividad
con seguridad generaron preocupación; pero si ocurrían en reposo,
la angustia, el temor y la incertidumbre pudieron haber sido inaguantables. Al
carecer de comprensión, el hombre primitivo buscó alivio con lo
mejor que pudo y atribuyó sus síntomas a las fuerzas
sobrenaturales. Hoy entendemos que, tanto ayer como hoy, la disnea es una
experiencia primaria asociada con comportamientos destinados a contrarrestar
una amenaza a la supervivencia.
Sin
lugar a dudas, las molestias experimentadas en relación con el acto de
la respiración es uno de los síntomas más angustiantes y
atemorizantes percibidos por el ser humano,1
no solo para quienes la padecen, sino también para sus
cuidadores. La disnea es un síntoma que puede presentarse en muy
diferentes condiciones respiratorias, cardiovasculares, así como en
cáncer, anemia, trastornos de ansiedad y psicosomáticos, en el
ejercicio o durante cargas respiratorias en sujetos normales.2
Debe ser considerada una entidad diferente de otras variables
respiratorias y sensaciones físicas, tales como taquipnea,
utilización de músculos accesorios, hiperventilación o
hiperpnea, y es diferente de la sensación de esfuerzo corporal y
cansancio general o astenia.
La
actividad física, los niveles de ansiedad, la velocidad de inicio y la
experiencia pueden influir en la percepción de disnea y en su
intensidad.3 Su prevalencia
varía de acuerdo al tipo de trastorno y al momento evolutivo. En los
inicios de ciertas enfermedades, puede ser circunstancial, reversible y
autolimitada, pero puede ser muy difícil de aliviar según la
enfermedad progresa y, no obstante los mejores cuidados médicos, cuando
su control es difícil, puede deteriorar la calidad de vida del paciente
y de su entorno cercano. La disnea es un predictor independiente de mortalidad
y está más relacionada con la calidad de vida que con las pruebas
de función pulmonar.3,
4
La
posibilidad de mejorar el cuidado a los pacientes con disnea depende de
nuestra capacidad para definir los mecanismos involucrados, de romper todas las
barreras de comunicación entre nosotros y el paciente y de comprender
que la disnea (de manera similar al dolor) tiene componentes físicos,
psicológicos, sociales, culturales y espirituales.3
Con
la palabra clave dyspnea, la base de datos PubMed®, a marzo de 2022, entrega algo
más de 65 000 citas.5
Se advierte un aumento del número de publicaciones desde
1963, tiempos en los que el grupo de Campbell postuló la falta de
adecuación entre tensión y longitud como causa central en su
generación.6, 7 Sus trabajos,
altamente influyentes, serán analizados en la segunda parte de esta
serie.
Este
artículo proporciona información sobre las definiciones de disnea
y sus mecanismos desde una perspectiva histórica y puntualiza las
áreas de interés para investigaciones futuras. Si bien las
primeras referencias sobre la disnea se remontan a Hipócrates (406-360
a. C.), la historia de la evolución de las ideas sobre sus mecanismos
data de apenas unos 120 años.
Evolución de la
definición de disnea
La
mayoría de las personas han experimentado dificultad respiratoria e
intuitivamente conocen lo que el término significa, sin embargo, desde
los tiempos de Cockroft y Guz, resultó evidente la necesidad de una
definición operativa que permitiera su cuantificación y la
realización de estudios experimentales. La semántica de la falta
de aire produjo confusión. Los términos dyspnea (dyspnoea
en el Reino Unido), breathlessness y shortness of breath suelen
ser intercambiables. La expresión falta de aire (breathlessness),
fácilmente comprensible para los pacientes, es utilizada con frecuencia
por ellos y su entorno.8
Historia de las
definiciones de disnea y sus componentes
En
1923, Jonathan Meakins la definía como conciencia de la necesidad de
aumentar el esfuerzo respiratorio.9 Hacia la
década de 1960, Julius Comroe, en su mítico libro, utilizaba la
palabra «disnea» para connotar un síntoma, una experiencia sensorial
que, como el dolor, puede ser percibido y juzgado solo por el paciente.10 En 1971, en el
clásico libro de Bates, Macklem y Christie, los autores la
definían como la conciencia de esfuerzo respiratorio.8, 11 En los años ochenta, Burky la
definía como dificultad respiratoria patológica, a diferencia de
la dificultad respiratoria que aparece en situaciones donde se podría
esperar esa dificultad, como en el ejercicio.12
Campbell y Guz13 la definieron
como una sensación común de respiración incómoda,
mientras que Killian y Jones14 la
caracterizaron como conciencia del comando efector motor a los músculos
inspiratorios y, posteriormente, como sensación cuantitativa sin umbral
del esfuerzo motor requerido de los músculos respiratorios.15 Ya en los
años noventa, Malher la definía como un término
médico utilizado para caracterizar una sensación no
específica de dificultad respiratoria.16
Más recientemente, Killian la especificaba como un
término que se utiliza habitualmente para representar las molestias
experimentadas en asociación con el acto de la respiración.17
En
general, hay acuerdo en que la incomodidad de la disnea comprende de dos
componentes principales:
–
una necesidad de respirar (urge to breathe) comúnmente referida
como sed de aire (air hunger) y
–
una sensación de esfuerzo excesivo (inspiratory effort sensation)
asociada con la respiración.18
Aunque
las sensaciones de sed de aire y de esfuerzo normalmente aumentan juntas, es
posible separarlas experimentalmente. La disnea en un paciente individual puede
representar una combinación de estas sensaciones y pueden explicar las
diferentes cualidades (descriptores) de la disnea.
A
diferencia de las sensaciones localizadas, como el tacto y la temperatura, que
surgen predominantemente de la estimulación de un receptor
periférico definido, la disnea es una sensación visceral vaga
análoga a la sed o al hambre. Además, las distintas sensaciones
no suelen ocurrir en forma aislada, la sensación de disnea puede variar
tanto en el grado de disconfort como en la significancia emocional y
conductual.19,
20
¿Disnea
patológica o disnea fisiológica?
Se
ha sugerido que no existe un límite preciso entre la dificultad
respiratoria “patológica” de la enfermedad y la disnea
“fisiológica” de sujetos normales durante el ejercicio intenso. Muchos
pacientes refieren que la disnea que tienen ahora es cualitativamente similar a
la que tenían cuando hacían un ejercicio intenso, con la diferencia
que ahora aparece con actividad física menor o en reposo.21
Si
definimos disnea como la conciencia de respiración laboriosa o como sed
de aire, esto implica un proceso patológico subyacente. Es decir, la
sensación debe ser experimentada en asociación con una actividad
física que, basada en la experiencia del individuo, no debería
producir molestias respiratorias. Sin embargo, está demostrado que
sujetos normales tienen sensaciones respiratorias displacenteras con el
ejercicio que pueden limitar su rendimiento y que caracterizan como disnea.
El
componente afectivo de la experiencia sensorial puede variar si la disnea
tiene lugar en forma no esperada, pero no es tan obvio que la calidad de
la sensación sea diferente. Un sonido de 200 decibeles será molesto
tanto si el sujeto espera o no espera el sonido y la mayoría de nosotros
refiere disnea al subir 10 pisos por una escalera aun cuando esperamos tener
dificultad respiratoria.
¿Debería
ignorarse esta sensación y llamarla de otra manera simplemente porque
ese sujeto tiene pulmones y un sistema cardiovascular normales y, en especial,
porque la dificultad es la esperada para la actividad física?22 No vemos
razonable el concepto de sensación no esperada o inapropiada a
la actividad física: La disnea es una experiencia primaria asociada
con comportamientos destinados a contrarrestar una amenaza a la supervivencia.
Definición de
disnea, consenso general
Los
ensayos de distintas definiciones de disnea son el resultado de los avances en
el conocimiento de los mecanismos y de la naturaleza multifactorial y condujo,
hace unos años, a la definición de consenso propuesta por la
American Thoracic Society (ATS).23
“Término
usado para caracterizar una experiencia subjetiva de dificultad respiratoria
que consiste en sensaciones cualitativamente diferentes que varían en
intensidad. La experiencia se deriva de las interacciones entre
múltiples factores fisiológicos, psicológicos, sociales y
ambientales, y puede inducir respuestas fisiológicas y de comportamiento
secundarias”.
Cabe
remarcar en esta definición diversos aspectos:
–
La experiencia es subjetiva (solo el paciente puede decir que tiene
disnea).
–
Es posible identificar diferente calidad de sensaciones (expresada en
una variedad de descriptores).
–
La intensidad puede ser diferente (y es posible evaluarla con diversas
escalas).
–
El estado emocional, la personalidad, la experiencia y la función
cognitiva de un individuo, así como factores sociales, influyen en la
experiencia y el relato de la disnea.
La
última parte de la definición no suele ser muy considerada, no
obstante, la sensación de disnea, como el dolor, tiene una
dimensión psicológica. Es reconocido en la práctica
clínica habitual que la ansiedad y la depresión pueden aumentar
la intensidad de la disnea más allá de la alteración de la
función cardiorrespiratoria y pueden contribuir al grado de discapacidad
asociada con la disnea.
La
declaración de Consenso de la ATS del año 2012 ha propuesto que
«los instrumentos o grupos de instrumentos relacionados con la disnea deben
clasificarse como abordando los dominios de experiencia sensorial-perceptual,
angustia (distrés) afectivo o impacto de los síntomas/enfermedad
y sobrecarga».19
Las
medidas sensoriales-perceptivas incluyen calificaciones de intensidad (medidas
de disnea en tiempo real) y calidad sensorial. La angustia afectiva
puede referirse tanto a una percepción de desagrado inmediato como a una
respuesta evaluativa cognitiva o juicio sobre las posibles consecuencias de lo
percibido (por ejemplo, «si esto continúa puedo morir asfixiado»). Las
medidas que evalúan el impacto que tiene la disnea no evalúan
directamente what breathing feels like.19
El
Consenso de ATS fue categórico: cualquier evaluación de la disnea
debe tratar de medir la intensidad y la calidad de la
sensación de incomodidad respiratoria y la respuesta emocional y
conductual a la incomodidad respiratoria.19, 24 De manera que la disnea representa la suma de
factores fisiopatológicos y psicológicos que en conjunto dan como
resultado uno de los síntomas más frecuentes por el cual los
pacientes buscan asistencia médica.
La
proyección terapéutica de esta definición de la ATS
reconoce y proporciona evidencia que las estrategias para modular el
síntoma disnea pueden involucrar otras dimensiones del síntoma
como experiencia más allá del dominio fisiológico. Estas
son las dimensiones cognitivas, sensoriales, emocionales y conductuales.
Mecanismos de disnea.
Una perspectiva histórica
Debido
a que la disnea es una percepción, los estudios sobre sus mecanismos
deben circunscribirse a los humanos y están limitados por la dificultad
de medir una experiencia subjetiva a la actividad neuronal subyacente. No
obstante, desde hace unas dos décadas, tenemos una mejor valoración
de las diferencias entre la sensación respiratoria (la
activación neural resultado de la estimulación de un receptor
periférico) y la percepción (la reacción sensible
individual ante esa sensación).
Las
vías involucradas en la generación de sensaciones conscientes se
muestran en la Figura 1. La secuencia superior esquematiza la vía
neurofisiológica desde el estímulo hasta la impresión sensorial,
mientras que la secuencia inferior permite modular la intensidad y la calidad
de la percepción del síntoma y es propio de cada persona.
La
mejor comprensión de los mecanismos de la disnea está
íntimamente relacionada con los conocimientos en el control de la
respiración. En el año 1905, el trabajo pionero de Haldane
concluyó que el CO2, cuando actúa exclusivamente en el
cerebro, era el estímulo quimiorreflejo dominante y que la hipoxia
estimula la respiración al acidificar el cerebro. Esta fue la
visión durante el primer cuarto del siglo XX, pero en 1920, dos
observaciones clave indicaron que este escenario era incorrecto. En primer
lugar, se encontró que el pH arterial no disminuía, sino que
aumentaba durante la hipoxia, lo que indicaba que algo distinto al ion de
hidrógeno estaba impulsando la respuesta ventilatoria a la hipoxia.
También se pudo demostrar que, durante una suspensión voluntaria
de los movimientos respiratorios, el oscilador respiratorio del tronco del
encéfalo se detiene, lo que refutaba los conceptos originales de que las
proyecciones corticoespinales eran la vía dominante por la cual la
corteza influía en la respiración. Fue estableciéndose
así la importancia de las influencias supratentoriales en los seres
humanos en el control de la respiración.25, 26 La interacción de los estímulos
químicos y las sensaciones respiratorias fue confirmada posteriormente
por Fowler y por Remmers.27,
28 No
obstante estos avances, recién durante la segunda mitad del siglo XX, se
comprendió la relación entre el control de la ventilación
y la disnea.19,
26, 29-31
La
evolución de las ideas que hicieron a la comprensión de los
mecanismos de generación de la disnea se muestra en la Tabla 1. Los
más recientes no necesariamente descartan los previos. Debido a su
complejidad, la relevancia de cada mecanismo debe evaluarse en el contexto de
cada situación clínica y fisiopatológica
específica. Los períodos para cada uno de los aspectos estudiados
deben ser usados a efectos de orientación.
Luego
de casi 120 años, a las hipótesis fisiopatológicas
tradicionales, se sumaron las medidas psicométricas y los descriptores
de disnea. En los últimos 30 años, se han refinado ciertos
aspectos neurofisiológicos (copia eferente - descarga corolaria).
Recién a finales del siglo XX, comenzó el interés en la
calidad de vida y el sufrimiento en la experiencia de la disnea.32, 33 En lo que
va del siglo XXI, se han comenzado a identificar áreas cerebrales que
censan la disnea, un análogo moderno del homúnculo de Wilder
Penfield. La experiencia de la disnea comienza a ser vista como un fenómeno
multidimensional que debe estar centrado en lo que siente el paciente.
Análisis integrado
de los mecanismos de disnea
Aunque
los mecanismos precisos de la disnea no son completamente entendidos, es
posible construir un modelo neurobiológico para describir
nuestra comprensión actual de la percepción de la disnea en
paralelo con el control de la respiración (Figura 2). El modelo
neurofisiológico simplificado describe en paralelo el control de la
respiración que regula la ventilación y la percepción de
la disnea. Con la activación de uno o más receptores sensoriales
(quimiorreceptores, mecanorreceptores y los ubicados en los músculos
respiratorios / pared torácica), los impulsos aferentes se transmiten al
sistema nervioso central (SNC; tronco encefálico, sistema
límbico y corteza cerebral) para la integración y procesamiento
de la información. Se han propuesto caminos tanto discriminativos como
afectivos. El SNC dirige un comando motor saliente a través de los
nervios frénicos hacia los músculos de la respiración.
Los
diversos receptores informan al SNC para integrar la información. La
disnea tiene como resultado diversos componentes (sensoriales, afectivos,
impacto en las actividades diarias).
CONCLUSIONES
En esta primera parte, se han analizado la evolución de
las definiciones de disnea y sus mecanismos. Es indudable que los avances
tecnológicos han permitido explorar mecanismos que otrora eran
inaccesibles y, como en tantos otros ámbitos el siglo XX,
permitió, como en ninguna otra época, hacernos preguntas y, en
general, contestarlas. No deja de llamar la atención que luego de casi
90 años en el estudio de la disnea, recién a finales del siglo XX
se pensó que podía deteriorar la calidad de vida y que
podía ser mensurable. En los albores del siglo XXI, la disnea
comenzó a ser vista como un fenómeno multidimensional que
debe estar centrado en lo que percibe el paciente. La experiencia de la disnea
involucra componentes tanto sensoriales (intensidad y calidad) como afectivos
(malestar, angustia) que generalmente impactan o imponen una carga sobre la
capacidad de un individuo para realizar actividades de la vida diaria y calidad
de vida.
Considerando
la complejidad de la experiencia de la disnea y su multidimensión, es
posible que se desarrollen nuevas opciones terapéuticas en tiempos
venideros. Teniendo como referencia la Tabla 1, en la segunda parte de esta
serie, se desarrollarán en detalle los mecanismos de producción
de disnea.
Puntos
clave
–
Sin lugar a dudas, las molestias experimentadas en relación con el acto
de la respiración –disnea– es uno de los síntomas más
angustiantes y atemorizantes percibidos por el ser humano y que solo el
paciente puede referir.
–
No debería ignorarse la disnea en sujetos con pulmones y un sistema
cardiovascular normales, porque la dificultad es la esperada para la actividad
física. No vemos razonables los conceptos de sensación no
esperada o inapropiada ni el de disnea fisiológica.
–
Entendemos que la disnea es una experiencia primaria asociada con
comportamientos destinados a contrarrestar una amenaza a la supervivencia.
–
Es posible identificar diferente calidad de sensaciones, la intensidad puede
ser diferente y el estado emocional, la personalidad, la experiencia y la
función cognitiva de un individuo, así como factores sociales
influyen en la experiencia y el relato de la disnea.
–
Por ello, cualquier evaluación de la disnea debe tratar de medir la
intensidad y la calidad de la sensación de incomodidad respiratoria y la
respuesta emocional y conductual a esa incomodidad respiratoria.
–
La posibilidad de mejorar el cuidado de los pacientes con disnea depende de
nuestra capacidad para definir los mecanismos involucrados, de romper todas
las barreras de comunicación entre nosotros y el paciente y de
comprender que la disnea (de manera similar al dolor) tiene componentes
físicos, psicológicos, sociales, culturales y espirituales.
–
La experiencia de la disnea comienza a ser vista como un fenómeno
multidimensional que debe estar centrado en lo que percibe el paciente.
Conflicto
de intereses
El
autor declara no tener ningún conflicto de intereses.
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