Autor : Silvia Quadrelli1, 3, Diana Dubinsky1, 4, Sabrina Alvarez2
1 Fundación Sanatorio Güemes – Buenos Aires
2 Hospital Central de Mendoza
3 Hospital Británico de Buenos Aires
4 Hospital de Clínicas - Buenos Aires
Correspondencia : Silvia Quadrelli Domicilio postal: Gallo 1527, 6°. CABA (CP 1425) Tel.: 48211117 E- mail: silvia.quadrelli@gmail.com
Resumen
Excepto en la esclerodermia, no hay ensayos clínicos controlados válidos para guiar la decisión de tratamiento en enfermedad pulmonar intersticial asociada a enfermedades del tejido conectivo (EPID-ETC). Los únicos dos estudios randomizados, controlados, publicados en pacientes con esclerodermia, mostraron un beneficio modesto pero significativo del uso de ciclofosfamida, y la transformaron en el esquema más convencional de tratamiento de toda la EPID-ETC. Los tratamientos iniciales aceptados incluyen corticosteroides, azatioprima y micofenolato para enfermedad leve, mientras que la ciclofosfamida es generalmente recomendada en enfermedad severa. Sin embargo, no está completamente definido cuál es el criterio específico de selección para cada modalidad terapéutica. A lo largo de la última década, el rituximab (RTX) ha sido utilizado en el tratamiento de la EPID-ETC. Una serie reciente de 50 casos de EPID refractaria tratados con infusión de rituximab observó mejoría del 8.9% de la CVF. Muchos estudios retrospectivos han mostrado por lo menos beneficio parcial del RTX en PM/DM refractarias, incluyendo al síndrome antisintetasa (ASS). El rituximab puede tener un rol decisivo en subconjuntos específicos de EPID-ETC. La urgente necesidad de contar con una alternativa más eficaz hace que la evidencia disponible sea considerada suficiente para ofrecer una opción ante enfermedad agresiva o fracaso del tratamiento convencional. Muchos de los nuevos agentes biológicos están actualmente siendo estudiados para el tratamiento de las ETC, incluido el tocilizumab que mostró beneficios en pacientes con EPID-ETC grave.
Palabras clave: Enfermedad intersticial; Enfermedad autoimmune; Inmunosupresión; Agentes biológicos; Rituximab
Is there a Role for Biologic Agents in the Treatment of Connective Tissue Disease-Associated Interstitial Lung Disease?
Abstract
Except for SSc, there are no controlled clinical trial data available to guide decision making in CVD-ILD. To date, only two powered, randomized controlled trials of treatment have been conducted in scleroderma patients; with both of these assessing the benefit of cyclophosphamide compared with placebo for the treatment of scleroderma-related interstitial lung. Currently accepted initial treatments in CVD-ILD include corticosteroids, azathioprine and mycophenolate mofetil for mild disease, while cyclophosphamide has been used in severe or rapidly progressive disease. However, an optimal general approach or specific criteria for the selection of each different treatment modality, is not completely defined. During the last decade, rituximab (RTX), has been used in the treatment of a interstitial lung disease associated to connective tissue diseases (ILD-CTD). A recent study including 50 cases of severe and refractory ILD showed that RTX therapy resulted in an an improvement of 8.9% of the FVC. Several small retrospective studies have shown at least partial benefit of RTX in refractory PM/DM, including antisynthetase syndrome (ASS). RTX may have a role in specific subsets of CVD-ILD. Further studies are needed, but there is enough evidence to consider RTX as a suitable and safe option for the treatment of severe, relapsing or refractory patients. Several other biologic agents are now being studied in CVD, including tocilizumab that has shown a possible therapeutic benefit in patients with CVD-ILD.
Key words: Interstitial lung disease; Autoimmune disease; Immunosuppression; Biological agents; Rituximab
Las enfermedades del tejido conectivo (ETC) son
un grupo heterogéneo de enfermedades autoinmunes con múltiples manifestaciones. Muchas
de estas patologías tienen frecuentemente compromiso pulmonar, especialmente enfermedad
pulmonar intersticial (EPID). Se calcula que no
menos de 15% de los pacientes que se presentan
para evaluación de EPID tienen una ETC subyacente completamente definida1.
La frecuencia y tipo histológico de la EPID varía con la naturaleza de la ETC subyacente. Las
ETC asociadas más comúnmente a EPID incluyen
la artritis reumatoide (AR), esclerosis sistémica
progresiva (SSc), dermatopolimiositis/polimiositis
(DM/PM), síndrome antisintetasa (AS), enfermedad mixta de tejido conectivo (MCTD) y mucho
menos frecuentemente síndrome de sjögren (SS)2.
Algunos estudios epidemiológicos muestran
compromiso pulmonar en 40-90% de los pacientes
con SSc y 30% de pacientes con DM/PM. En los
estudios de autopsia, estos pacientes presentan
EPID hasta en el 90 a 100% de los casos, aunque
frecuentemente la neumonía intersticial clínica es
subclínica. Alrededor del 40-75% muestra deterioro
de la función pulmonar y el 55-85% de los pacientes tiene anormalidades de tipo intersticial en la
tomografía de tórax de alta resolución (HRCT)3, 4.
Los patrones de EPID encontrados en pacientes
con ETC incluyen neumonía intersticial usual
(UIP), neumonía intersticial no específica (NSIP),
neumonía organizativa (OP), neumonía intersticial linfoidea (LIP) y neumonía intersticial aguda
(AIP)5.
Dada la alta prevalencia de EPID subclínicas
en ETC, es importante determinar el grado de
compromiso respiratorio en todos los pacientes con ETC. La decisión de tratar una EPID asociada
a ETC (EPID-ETC) frecuentemente se basa en la
función pulmonar que refleja la magnitud del impacto clínico del compromiso pulmonar. Si la EPID
es progresiva en cuanto a síntomas, función pulmonar y/o imágenes; y no menos importante, si se
requiere tratamiento inmunosupresor para otras
manifestaciones extratorácicas de la enfermedad,
la balanza se inclinará tempranamente hacia la
iniciación de tratamiento inmunosupresor6.
Al considerar el abordaje general del manejo de
una EPID-ETC, el concepto utilizado es el que se
aplica comúnmente en las vasculitis sistémicas, es
decir, comenzar una fase de inducción seguida de
una fase de mantenimiento. La terapia de inducción incluye usualmente altas dosis de corticosteroides (CSs) (excepto por supuesto en la SSc en que
el uso de corticoides en altas dosis está contraindicado por el riesgo de crisis renales) con la adición
de un agente más potente (y potencialmente más
tóxico) como la ciclofosfamida (CYC) por un período
limitado (usualmente seis meses). Estos esquemas
de inducción serían seguidos por un régimen de
mantenimiento con agentes menos tóxicos (como
azatioprima o micofenolato) y CS en dosis menores.
Debe tenerse en cuenta que sólo ocasionalmente se
conseguirá un mejoramiento de la función pulmonar
y que la estabilidad de la enfermedad se considera
un resultado exitoso. Teniendo en cuenta que estos
tratamientos tienen potencialmente importantes
efectos secundarios, el costo-beneficio de los diferentes abordajes terapéuticos debe ser discutido
no sólo en el equipo multidisciplinario (MDT) sino
también con los pacientes.
Excepto en la SSc, no hay ensayos clínicos
controlados válidos para guiar la decisión de tratamiento en EPID-ETC. Al tratarse de un grupo
heterogéneo de pacientes, no es fácil generar
datos basados en la evidencia y, siendo realistas,
el reclutamiento para los ensayos clínicos es y
seguirá siendo difícil por lo cual no es de esperar
que se pueda contar con estudios que proporcionen evidencia contundente en el corto plazo para
EPID-ETC no esclerodermia. La mayoría de la
información disponible proviene de registros, series de casos o reportes de casos individuales. Losúnicos dos estudios randomizados, controlados
de tratamiento que han sido publicados fueron
realizados en pacientes con esclerodermia, ambos
con intención de evaluar el beneficio de la ciclofos-famida comparada con placebo para el tratamiento
de la enfermedad pulmonar intersticial. Ambos
mostraron un beneficio modesto pero significativo
del uso de ciclofosfamida, la transformaron en el
esquema más convencional de tratamiento de la
EPID-SSc y, en muchos casos por extrapolación,
de toda la EPID-ETCC, cualquiera sea la enfermedad subyacente7, 8. Debido a esta falta de ensayos
controlados, es mucho lo que se desconoce con
respecto al tratamiento óptimo de otra enfermedad pulmonar relacionada con las ETC e incluso
en pacientes con esclerodermia, la magnitud del
efecto de los tratamientos estudiados, la dosis óptima, la duración de la terapia y los potencialmente
diferentes grupos de pacientes con diferente tasa
de respuestas son un desafío no resuelto.
En ausencia de evidencia que demuestre efectos modificadores de la enfermedad por parte del
tratamiento agresivo de EPID-ETC y teniendo en
cuenta los efectos tóxicos potenciales del tratamiento inmunosupresor, la mayoría de los médicos
tienden a basar sus decisiones terapéuticas en la
severidad de la enfermedad y el nivel de deterioro
funcional experimentado por el paciente. El patrón histológico subyacente no ha demostrado serútil para predecir pronóstico y, solo hasta cierto
punto, sí puede predecir respuesta al tratamiento. En la neumonía organizada y NSIP celular
se puede esperar mejoría o incluso regresión con
el tratamiento, mientras que, por otra parte, la
presencia de UIP, caracterizada por destrucción
arquitectural marcada, predice poca o ninguna
chance de regresión con el tratamiento. Hay una
tendencia creciente a reemplazar la definición
histopatológica por una evaluación radiológica
que defina los signos de potencial reversibilidad
(presencia de vidrio esmerilado, arquitectura pulmonar conservada) versus aquellos elementos que
anticipan escasas posibilidades de recuperación
(panalización, distorsión arquitectural marcada).
Con las limitaciones de evidencia disponible mencionadas, actualmente los tratamientos
iniciales aceptados en EPID-ETC incluyen corticosteroides, azatioprima y micofenolato para
enfermedad leve, mientras que la ciclofosfamida es
generalmente recomendada en enfermedad severa
o rápidamente progresiva. Sin embargo, no está completamente definido cuál es el criterio específico de selección para cada modalidad terapéutica.
Aunque los corticosteroides están extensamente aceptados en el manejo de la enfermedad
pulmonar asociada a ETC, no hay datos basados
en la evidencia sobre su utilidad o forma de uso.
La dosis y la vía de administración están guiadas
habitualmente por la opinión de expertos y, en
general, por extrapolación de datos generados en
otras enfermedades inmunológicas no pulmonares.
La azatioprima muestra efectos inmunosupresores a través de la inhibición de la proliferación de linfocitos T y B. Aunque comúnmente se
utiliza en combinación con corticosteroides orales
en el tratamiento de las EPID-ETC, no ha sido
estudiada como monoterapia en ningún estudio
prospectivo y randomizado. Por otra parte, la información disponible, una vez más, está referida
solamente a esclerodermia. En el estudio realizado
por Hoyles sobre ciclofosfamida endovenosa, se
utilizó azatioprima (con una dosis de 2.5 mg/kg/día)
como mantenimiento por seis meses siguiendo el
tratamiento inicial con ciclofosfamida endovenosa
con mantenimiento de los efectos beneficiosos del
esquema inicial de inducción con ciclofosfamida7.
Por otra parte, la ciclofosfamida, como fue
mencionado, es la droga de elección para la terapia de inducción en pacientes con enfermedad
severa o progresiva. En el estudio controlado contra placebo, la ciclofosfamida oral en enfermedad
pulmonar intersticial asociada a esclerodermia,
los beneficios a un año en niveles de CVF, disnea,
engrosamiento cutáneo y calidad de vida fueron
estadísticamente mejores en el grupo tratado8. En
un estudio ulterior de ciclofosfamida endovenosa
versus placebo (una vez al mes por seis meses),
seguido por azatioprima vía oral, la magnitud del
beneficio en la CVF fue similar a la observada en el
trabajo de Tashkin. Sin embargo debido al pequeño
tamaño de la muestra (n: 45), esos resultados no
fueron definidos como significativos (p: 0.08)7.
Basado en estos dos estudios, en un reporte de la
European League Against Rheumatism (EULAR),
se llegó a la conclusión de que la ciclofosfamida
era el tratamiento adecuado en la EPID-SSc9. Se
debe remarcar que en el Scleroderma Lung Study
(SLS)8 no se observó ningún efecto del tratamiento
en aquellos pacientes con enfermedad leve en la
TAC, mientras que el efecto del tratamiento sobre
la CVF fue más significativo cuando la enfermedad
era extensa y con fibrosis8.
El micofenolato también es una buena opción
para pacientes con enfermedad leve, ya sea para
mantenimiento o si (aún durante la fase de inducción) se considera que hay contraindicación para
el uso de corticosteroides. El micofenolato ha
mostrado ser bien tolerado en esclerosis sistémica
con estudios retrospectivos sugestivos de que la
droga tiene efectos favorables en las manifestaciones sistémicas de la enfermedad10-12. El SLS II
actualmente está evaluando el efecto del micofenolato como primera línea terapéutica comparada con
ciclofosfamida en EPID asociada a esclerodermia
en un estudio randomizado controlado de dos
años (NCT00883129). Los avances presentados
como un abstract en el meeting CHEST 201513 mostraron que, a los 24 meses, la mejoría en la CVF
fue similar con ambas drogas pero la leucopenia/thrombocitopenia se vio menos frecuentemente
en la rama MMF.
Dada la escasez de datos basados en evidencia
y que el éxito comunicado con los tratamientos
convencionales ha sido bastante limitado, se han
explorado nuevas terapias en los últimos años.
Inicialmente los tratamientos alternativos fueron
investigados en enfermedad refractaria o muy
severa, pero estas nuevas opciones se están considerando para una población más amplia e incluso
como primera línea terapéutica y no solamente
ante el fracaso de otro tratamiento convencional.
El hallazgo de nuevas opciones con mejores tasas
de respuesta y menos efectos adversos es una
necesidad urgente para pacientes con EPID-ETC
y por eso es tan necesario explorar alternativas
más seguras y eficaces.
A lo largo de la última década, el rituximab
(RTX), un anti- CD 20+ mAb, ha sido utilizado en
el tratamiento de muchas enfermedades inflamatorias reumáticas. El rituximab es un anticuerpo
quimérico monoclonal (humano/ratón) con una
gran afinidad por la superficie de antígeno de
los CD20 expresada en linfocitos B y pre B, que produce una depleción rápida de células B de la
circulación periférica. El RTX actúa a través de
citotoxicidad mediada por células dependiente
de anticuerpos, la citotoxicidad dependiente del
complemento y la apoptosis para deplecionar
efectivamente las células B por al menos 6 a 9
meses en el 80% de los pacientes. El mecanismo
anti- células B del rituximab se cree que depende de
citotoxicidad mediada por células14. Fue aprobado
originalmente para el tratamiento del linfoma no
Hodgkin y para el tratamiento de vasculitis asociada a ANCA y artritis reumatoide. En la última
década se ha publicado evidencia adicional sobre
los beneficios potenciales de RTX en otras enfermedades autoinmunes15.
El primer informe de éxito de tratamiento de
EPID asociado a esclerodermia con RTX fue en
el año 2008, en una cohorte de 8 pacientes, que
mostró mejoría significativa de la CVF y capacidad de difusión de monóxido de carbono (DLCO)
comparado con un grupo cruzado que recibió tratamiento estándar16. Keir et al en 201217 comunicaron 8 casos de EPID-ETC con EPID refractaria (5 miositis; media de CVF 45% del predicho:
media de DLCO 25% del predicho) utilizando
rituximab como terapia de rescate. Antes de la
infusión de rituximab, todos los pacientes tenían
declinación de la CVF y la DLCO, y luego de la
infusión, la DLCO mejoró un 22% (P = 0 .04) y la
CVF mejoró 18% (P = 0.03). El mismo grupo del
Brompton Hospital comunicó posteriormente 50
casos de EPID refractaria tratados con infusión
de rituximab. Entre esos pacientes, 33 presentaban EPID-ETC (10 PM, 8 SSc, 9 enfermedad
indiferenciada de tejido conectivo), la DLCO fue
de 24.5% del predicho y la CVF del 44%. En el 85%
de los pacientes con EPID-ETC, la respuesta fue
considerada positiva. En los 6 a 12 meses previos
al tratamiento con rituximab, se había verificado
una media de declinación de la CVF del 13.3% y
de la DLCO del 18.8%, mientras que en los 6 a 12
meses pos- tratamiento con rituximab se observó mejoría del 8.9% de la CVF y estabilización de
la DLCO18. En contraste con estos datos, Dodds
y colaboradores mostraron en 20 pacientes con
EPID-ETC tratados con rituximab, ausencia de
mejoría de la CVF, DLCO o la capacidad pulmonar
total, pero sí verificaron estabilidad de los valores.
Un análisis de subgrupo de 9 pacientes con miositis
en ese mismo estudio, mostró incremento en la
CVF con una p = < 0.01119. El estudio de la European Scleroderma Trial and Research (EUSTAR)
Group20 analizó 63 pacientes con esclerodermia que
recibieron RTX en la práctica clínica habitual por
decisión de sus médicos. Se incluyó el análisis de
los efectos del RTX sobre la función pulmonar en
pacientes con CVF < 70 % predicho, y evidencia de
EPID en TCAR (n = 9). La DLCO se incrementó significativamente en pacientes tratados con RTX
comparados con el estudio basal (41.1 ± 2.8 vs
44.8 ± 2.7%; p = 0.03). En contraste, los pacientes del grupo control mostraron una declinación
de la CVF en el seguimiento. Hubo diferencias
significativas entre controles y tratados con RTX
tanto en el cambio del porcentaje del predicho de
la CVF (0.4 ± 4.4 vs −7.7 ± 3.6; p=0.02) como del
valor absoluto (0.8 ± 2.2 vs−4.8 ± 1.7; p = 0.01).
Estos estudios sugirieron que en individuos con
EPD-SSc para los cuales la ciclofosfamida no es
una opción conveniente, el rituximab podría ser
una alternativa efectiva.
Sin embargo, el uso más atractivo de RTX es el
tratamiento de las miopatías inflamatorias (MII).
El compromiso pulmonar en este grupo de pacientes es particularmente grave y la experiencia
clínica muestra que esos son los pacientes que
fallan más frecuentemente con el uso de enfoques
convencionales, incluyendo ciclofosfamida y altas
dosis de corticosteroides.
Muchos estudios retrospectivos pequeños han
mostrado, por lo menos, beneficio parcial del
rituximab en PM/DM refractarias, incluyendo al
síndrome antisintetasa (ASS)21-23. Una pequeña
serie retrospectiva de 11 pacientes con síndrome
antisintetasa y EPID estudió el rituximab como
terapia de rescate24. En comparación con los datos
de 8 meses previos al tratamiento, los 6 pacientes
tratados mostraron una mejoría de la CVF superior
al 10% y en 3 había un aumento en la DLCO mayor
de 15% durante los 7 meses de seguimiento posteriores a la infusión de RTX. La TACAR torácica
mostró una regresión de las opacidades en vidrio
esmerilado en 4 pacientes.
Sin embargo, el estudio aleatorizado controlado de 195 pacientes con miositis refractaria
tratados con RTX no mostró ninguna diferencia
estadística entre los dos grupos de tratamiento
para los objetivos finales primarios y secundarios,
pero los autores encontraron que los pacientes con
anticuerpos anti- aaRs tenían menor tiempo para
la mejoría en comparación con pacientes sin anticuerpos específicos de miositis25. Recientemente, fue publicado un análisis retrospectivo en pacientes con síndrome anti-sintetasa asociado a EPID
tratados con rituximab con un seguimiento de 52
meses. Se observaron mejorías significativas de la
función pulmonar y mejoría de las imágenes en la
TAC de alta resolución. Treinta y cuatro de 112
pacientes con síndrome antisintetasa tenían EPID
y recibieron RTX. De estos 34, 24 tenían EPID
severa. En esos 24, el porcentaje del predicho de
la capacidad vital, el volumen espiratorio forzado
en el primer segundo y la DLCO se incrementaron
24%, 22% y 17%, respectivamente, después de la
infusión con RTX. Los efectos más pronunciados en
la función pulmonar fueron observados en pacientes
con mayor tiempo de enfermedad (duración de 12
meses al primer ciclo de RTX). En este grupo, 7
pacientes incrementaron más del 30% en la CVF,
VEF1 DLCO durante el periodo de observación26. En
este estudio, 21% de los pacientes (7/34) murieron
durante el seguimiento, muchas de las muertes se
relacionaron con infecciones. La tasa de mortalidad
para el total de la cohorte fue de 32% (25 de 78) lo
que sugiere que la mortalidad no fue más elevada
en el grupo tratado con RTX que en pacientes con
síndrome anti sintetasa no tratados. Estas mejorías
son absolutamente excepcionales en paciente con
miositis y EPID severa bajo tratamiento con ciclofosfamida, lo cual le confiere gran relevancia a los
hallazgos pese al número reducido de pacientes.
En cuanto a la AR - EPID, Materson comunicó los resultados en 10 pacientes (4 UIP, 6 NSIP,
CVF basal 68%, DLCO basal 48%)27 y mostró que
las pruebas de función pulmonar se mantuvieron
estables en la mayor parte de los pacientes que
completaron el estudio. Un estudio multicéntrico
de 188 pacientes con AR-EPID, durante un periodo
de 25 años, analizó 57 pacientes que fueron tratados con agentes biológicos versus otros fármacos.
No se informó diferencia en la mortalidad por
todas las causas o respiratoria en los pacientes
tratados con biológicos versus otros agentes. Sin
embargo, en el subgrupo UIP hubo una diferencia
estadísticamente significativa en la mortalidad
respiratoria entre los pacientes tratados con anti
- TNF (n = 530) frente a los tratados con RTX (n
5 27) (15% vs 4%, p= 0,04) y en la mortalidad por
cualquier causa en el 31% de los pacientes tratados
con anti-TNF en comparación con el 8% de los
pacientes tratados con RTX (p = 0,03)28.
Más de medio millón de personas en todo el
mundo han recibido tratamiento con rituximab durante los últimos 15 años. La droga parece ser
segura y bien tolerada29. Frecuentemente se han
comunicado efectos adversos incluyendo reacciones asociadas a la infusión tales como fiebre,
escalofríos, cefaleas, náuseas, broncoespasmo,
hipotensión y angioedema30. Muchas de las reacciones son moderadas y se producen solo con la
primera infusión. Las complicaciones infecciosas
son las más frecuentemente reportadas, aunque
en el 50% de los pacientes las mismas se presentan en el período post- tratamiento temprano.
Usualmente son infecciones de las vías respiratorias superiores o inferiores por lo general leves y
con menor frecuencia, herpes zóster e influenza.
Ocasionalmente, se han comunicado infecciones
más serias. La leucoencefalopatia multifocal
progresiva (PML) es la complicación más seria
asociada con la infección o reactivación del virus
JC, pero ha sido comunicada solamente en unos
pocos pacientes, usualmente con factores de riesgo
para desarrollarla, principalmente enfermedades
linfoproliferativas.
Una revisión sistemática de la literatura utilizando PubMed, Cochrane y EMBASE que incluyó revisiones, meta-análisis, estudios clínicos randomizados controlados, series de casos y casos mostró que en 65 estudios se demostró una asociación de
RTX con toxicidad pulmonar no infecciosa en 121
casos; sin embargo, solo 6 de estos casos tenían una
enfermedad reumatológica subyacente31.
Los estudios clínicos de RTX en vasculitis asociada
a ANCA han permitido comparar la tasa de efectos
adversos de la ciclofosfamida y el RTX32. El estudio
rituximab in ANCA-Associated Vasculitis (RAVE)
randomizó 197 pacientes asignados al azar con diagnóstico reciente de vasculitis asociada a ANCA o con
recidiva para recibir infusión de RTX (375 mg /semana/m2 por 4 semanas) versus control (ciclofosfamida
vía oral diaria, 2,0 mg / kg por día, seguido de azatioprina una vez que se logró la remisión). El segundo
trabajo fue el Rituximab Versus Cyclophosphamide
in ANCA-associated Vasculitis (RITUXVAS)33, que de
forma randomizada asignó 44 pacientes con vasculitis asociada a ANCA y compromiso renal a terapia
estándar (ciclofosfamida endovenosa, 15 mg/kg cada
dos semanas por tres dosis, luego cada tres semanas
hasta remisión seguida de azatioprima, 2 mg/kg/m2 semanal cuando están en remisión) versus el agregado
de RTX (375 mg/m2 semanal por cuatro dosis) a un régimen que contiene ciclosporina (intravenosa, 15 mg/kg, con la primera y la tercera dosis de rituximab).
En el ensayo RAVE, el número de eventos adversos
totales o graves fueron similares en ambos grupos.
Un 14% de los pacientes en el grupo RTX y 17% en
el grupo ciclofosfamida tuvieron eventos relacionados al tratamiento o a la enfermedad de base que
llevó a discontinuar la terapia. En los 18 meses de
seguimiento, el número de eventos adversos totales,
efectos adversos serios y eventos adversos no relacionados a la enfermedad no fueron significativamente
diferentes. La leucopenia fue el efecto adverso más
común en el grupo ciclofosfamida (23% versus 5%),
pero las infecciones serias fueron similares en ambos
grupos (12% RTX y 11% el grupo control).
En el trabajo RITUXVAS, a los 12 meses el porcentaje de pacientes que experimentaron efectos
adversos severos (42% con RTX versus 36% en el
control) y la incidencia de infecciones (0.66 por
paciente por año en el grupo rituximab versus 0.60
en el control) fueron similares entre los dos grupos
terapéuticos. Hasta el último seguimiento, la tasa
de mortalidad fue idéntica en ambos grupos (18%).
Estos datos tomados en conjunto sugieren que el
rituximab no es una alternativa más peligrosa que
la ciclofosfamida como primera línea terapéutica
en las vasculitis asociadas a ANCA y por ende,
presumiblemente, en pacientes con EPID-ETC.
Los estudios mencionados enfatizan que el
rituximab puede tener un rol decisivo en subconjuntos específicos de EPID-ETC, como en el
síndrome antisintetasa (inclusive como primera
línea de tratamiento dada la usual agresividad y
refractariedad de la enfermedad) y en los casos en
los cuales el tratamiento convencional con ciclofosfamida está contraindicado o bien, no fue suficientemente útil. Se necesitan más estudios para
definir con precisión el rol del RTX en EPID-ETC,
pero hay suficiente evidencia para considerarlo
una opción adecuada y segura para el tratamiento
de pacientes severos, refractarios o recidivantes.
Es importante remarcar que en muchos pacientes, la EPID-ETC es una condición que amenaza la
vida o produce morbilidad y discapacidad severa,
y que todos los tratamientos establecidos han
mostrado (tanto en los ensayos clínicos como en la
experiencia cotidiana) resultados limitados o aún,
han mostrado ser completamente inútiles en ciertos subgrupos de pacientes. La urgente necesidad
de contar con una alternativa más eficaz hace que
la evidencia disponible sea considerada suficiente
para ofrecer una opción ante enfermedad agresiva
o fracaso del tratamiento convencional.
Muchos de los nuevos agentes biológicos están
actualmente siendo estudiados para el tratamiento
de las ETC, especialmente en AR. Sin embargo el
rol de estos nuevos agentes, aunque promisorio,
aún no está claro en EPID. Se ha comunicado
que el tocilizumab (un anticuerpo anti-receptor
de interleukina-6), puede producir neumonitis y
exacerbación de EPID pre-existente asociada a
AR34. Pero también han sido publicados varios
casos en que se demostró beneficio terapéutico del
tocilizumab en pacientes con EPID-ETC grave35-37.
Aunque no hay experiencia suficiente para el uso
de este agente como un tratamiento inicial en
EPID, debe ser tenido en cuenta ante el fracaso
de otros tratamientos más difundidos34.
El antagonista de receptor de IL1, anakinra, no
ha mostrado tener toxicidad pulmonar no infecciosa. Hay sí una pequeña sugerencia de beneficio
terapéutico36, aunque el efecto beneficioso más
promisorio (aunque poco estudiado) de anakinra
podría ser el tratamiento de la silicosis38.
Una categoría diferente de agente biológico, de
interés particular en el campo de las enfermedades
pulmonares intersticiales, son los inhibidores del
receptor de tyrosin-kinasa. Los resultados del estudio INPULSIS, que mostraron claros beneficios del
nintedanib en fibrosis pulmonar idiopática (FPI)39,
han suscitado entusiasmo sobre el beneficio potencial de nintedanib en formas fibróticas de EPID-ETC (UIP o NSIP fibrótica), muy especialmente
en la UIP asociada a AR cuyo comportamiento
biológico es extremadamente similar al de la FPI
. Sin embargo, esos resultados aún no pueden ser
extrapolados al tratamiento de EPID-ETC y todavía
no hay literatura suficiente para respaldar un posible rol terapéutico. Sin embargo, es posible que estos
agentes puedan tener un beneficio, especialmente
en AR-ETC. Más allá de la evidencia disponible
de acción antifibrótica en modelos preclínicos de
fibrosis pulmonar asociada a esclerodermia40, serán
necesarios ensayos clínicos específicos. La droga
está actualmente aprobada solo para tratamiento
de FPI, pero hay en marcha ensayos clínicos para
otras condiciones “fibroticas”.
Hoy, la intervención farmacológica con inmunosupresión es el pilar de tratamiento para todas
las formas de EPID-ETC, pero debería estar reservada sólo para aquellos pacientes que muestran
clínica significativa y/o enfermedad progresiva.
Sin embargo, es crucial remarcar que una vez que
el paciente recibe el diagnóstico de enfermedad intersticial pulmonar leve en el contexto de una
ETC, debe ser seguido frecuente y meticulosamente en búsqueda de enfermedad progresiva.
Este es, lamentablemente, el curso más habitual
de estas enfermedades. Teniendo en cuenta que
los tratamientos disponibles raramente revierten
la enfermedad y que en la mayoría de los casos
sólo se consigue estabilización, el retraso en el
inicio del tratamiento puede tener consecuencias muy desfavorables. Por esta razón y con la
escasa evidencia disponible, la tendencia de los
centros especializados es tratar de manera cada
vez más precoz la enfermedad leve (con agentes
no tan agresivos como el micofenolato) y rotar
rápidamente o inclusive adoptar como primera
línea, inmunosupresores potentes como el RTX
en enfermedad severa o rápidamente progresiva.
El manejo de EPID-ETC todavía no está basado en la evidencia. Por esta razón existe una
necesidad urgente de estudios controlados sobre el
tratamiento de todas las EPID-ETC. Se necesitan
estudios clínicos robustos para mejorar la toma de
decisiones en estas condiciones. El estudio RECITAL actualmente en curso (NCT01862926) está evaluando, en un ensayo doble ciego, controlado,
aleatorio, la eficacia de rituximab en comparación
con ciclofosfamida intravenosa cuando se administra como tratamiento de primera línea en la
EPID-ETC progresiva (incluyendo esclerodermia,
enfermedad inflamatoria muscular y enfermedad
mixta del tejido conectivo). Hasta la publicación
de esos resultados, la evidencia disponible permite seleccionar el rituximab como tratamiento de
elección siguiendo el juicio clínico de un equipo
de tratamiento multidisciplinario, herramienta
esencial para el manejo de estos pacientes intrínsecamente complejos.
Conflictos de interés: Los autores no tienen conflictos de interés relacionados con el tema de esta publicación.
1. Mittoo S, Gelber AC, Christopher-Stine L et al. Ascertainment of collagen vascular disease in patients presenting with interstitial lung disease. Respir Med 2009; 103: 1152-1158.
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