Autor : MarÃa Cristina Borrajo
Asociación Argentina de Medicina Respiratoria Hospital Ntra. Sra. de Luján, Luján, Buenos Aires
Correspondencia : E-mail: cristinaborrajo@aamr.org.ar
Al Editor:
El tabaquismo es una enfermedad adictiva y la
sustancia responsable de la adicción es la nicotina,
un alcaloide tóxico presente en el tabaco, que al
ser inhalado activa rápidamente los circuitos de
placer y recompensa cerebrales y obtiene como
respuesta la liberación de dopamina. Esta liberación de dopamina se produce en los primeros
10 segundos de haber inhalado nicotina. Sin embargo, los efectos agudos de la nicotina se disipan
rápidamente en conjunto con las sensaciones de
gratificación asociadas, lo que hace que el fumador
continúe dosificándose repetidamente a lo largo
del día para mantener los efectos placenteros de
la droga y evitar el síndrome de abstinencia. Esta
propiedad farmacocinética de la nicotina es la que
aumenta su potencial de abuso y la adicción a la
nicotina se adquiere rápidamente. Se ha observado
síndrome de abstinencia a la nicotina en jóvenes
luego de fumar tabaco tan solo cuatro semanas1.
Teniendo en cuenta que la mayoría de los adolescentes comienza a fumar alrededor de los 15
años, es probable que al terminar la enseñanza
media, muchos de ellos sean adictos al tabaco. En
Argentina la Encuesta Mundial de Tabaquismo en
Jóvenes (GYTS 2012) muestra que el 22% de los
jóvenes de entre 13 y 15 años fuman a diario y un
porcentaje similar lo continúa haciendo en la edad
adulta. En Paraguay, la misma encuesta realizada
en 2008 mostraba que un 16.7% de los que se hallaban en este rango de edad eran fumadores diarios. En el artículo “Valoración de prevalencia de
tabaquismo en universitarios según auto-reporte
y medición de monóxido de carbono exhalado”2 se afirma que la Encuesta Nacional Paraguaya de
Factores de Riesgo en 2011 encuentra un 14.5% de
prevalencia de tabaquismo en fumadores adultos
(falta la cita en el trabajo original publicado).
Sin embargo, esta publicación describe que
43.9% de los universitarios entrevistados fuman
tabaco en forma regular lo que, a todas luces, es
más alto que lo esperado. Tal cual lo advierten los
autores, la muestra no fue aleatoria sino que se tomó un grupo determinado en el que se realizó la encuesta y posterior medición de CO en aire
espirado. Por lo tanto la muestra está sesgada por
la conveniencia, en este caso la de tener un grupo
extenso de sujetos a entrevistar, y el resultado no
debe extenderse a la población general, tal como
sugieren los autores. El sesgo de la muestra también se evidencia en la cantidad de sujetos con
medición de CO alta entre los no fumadores que
alcanzan casi el 21%, entre los cuales sólo cuatro
estudiantes tenían motivos conocidos para ello. Es
dable suponer que estos sujetos tienen valores altos
de CO en aire espirado porque forman parte del
grupo entrevistado y se hallan expuestos al humo
de tabaco en su lugar de estudio.
De todas maneras es sabido que la adicción al
tabaco se adquiere a edades tempranas en cualquier
país y que uno de los principales objetivos de la lucha contra la epidemia del tabaquismo es retardar
la edad de iniciación y desalentar el consumo. El
Convenio Marco para el Control del Tabaco (CMCT)
es el primer tratado se salud pública auspiciado
por la Organización Mundial de la Salud (OMS)
en respuesta a la epidemia del tabaquismo y que
ha sido firmada por 180 países (Argentina firmó el
tratado en 2005 pero aún no ha sido ratificado por
el Senado de la Nación). Es en este contexto que
la OMS publicó un plan de medidas para llevar a
cabo por las partes que se denomina MPOWER: Monitor (monitorear el consumo de tabaco), Protect (proteger a la población del humo de tabaco), Offer (ofrecer ayuda para dejar de fumar), Warn
(advertir sobre los peligros del tabaco), Enforce
(hacer cumplir las prohibiciones sobre promoción,
publicidad y patrocinio) y Raise (aumentar los
impuestos del tabaco).
Del conjunto de medidas recomendadas para la
lucha contra el tabaquismo, hay dos que tienen un
gran impacto en los niños y/o jóvenes: la prohibición
total de la publicidad, promoción o patrocinio del
tabaco y el aumento de los impuestos.
La industria tabacalera (IT) gasta millones
de dólares anuales en publicidad para vender su producto ya que la pérdida de clientes es constante a causa de la muerte de los consumidores
(aproximadamente 6 millones de personas por
año) y al abandono de la adicción por algunos
menos. Con la publicidad la IT mantiene o incrementa la cantidad de fumadores, desalienta a los
fumadores a dejar y promueve el inicio de nuevos
consumidores. La prohibición de la publicidad,
la promoción y el patrocinio de productos del
tabaco es muy eficaz para reducir el consumo,
especialmente en los jóvenes. La medida tiene
mayor impacto si la prohibición es total ya que
ha sido demostrado que mientras mayor sea la
exposición de los adolescentes a la publicidad de
tabaco mayor es la posibilidad de que en un futuro se transformen en fumadores activos. Toda
la publicidad de tabaco es engañosa, aun cuando
cumple con la legislación vigente, y promueve en
los niños y jóvenes un proceso de transformación
en adultos que no es tal. La publicidad es el anzuelo y la nicotina es la encargada de mantenerlos
sometidos al tabaco. Por otro lado, el CMCT promueve el uso de la llamada “contra publicidad” que se traduce en las advertencias sanitarias en
los paquetes de cigarrillos. Nuestra legislación,
en concordancia con el CMCT, establece que la
advertencia debe ser descriptiva de los efectos
nocivos del tabaco y ocupar el 50% de una de las
caras del paquete, y el 50% de la otra cara debe
estar ocupada por una imagen impactante. La
encuesta GATS 2012 de tabaquismo en adultos
indica que 3 de cada 10 fumadores han pensado en
dejar de fumar a causa de estas advertencias. De
la misma manera están prohibidas en los paquetes
expresiones tales como “light”, “suaves” o “bajo
contenido de nicotina y alquitrán” por “crear la
falsa, equívoca o engañosa impresión de que un
determinado producto elaborado con tabaco es
menos nocivo que otro o que pueda inducir a error
con respecto a sus características, efectos para la
salud, riesgos o emisiones” (Ley Nacional 26687
para el control del tabaco).
Aumentar el precio del tabaco y sus productos
al incrementar los impuestos es la medida más
eficaz para desalentar su consumo y disminuir la
iniciación. Los sectores sociales más vulnerables y
los jóvenes son los más sensibles a los cambios en
el precio del tabaco. Estos sectores son, a su vez,
los más afectados por las enfermedades provocadas por el tabaquismo debido a que tienen peores
condiciones de vida y menos recursos para enfrentarlas. En Argentina, un paquete de 20 cigarrillos
cuesta aproximadamente US$ 1.67 y en Paraguay
US$ 1.34 siendo dos de los tres países de LA donde
fumar es más barato (Atlas del tabaco, 2012). Del
precio final del paquete, los impuestos selectivos al
tabaco conforman el 62%, algo por debajo del 70%
que la OMS recomienda en su Manual de Administración de impuestos al Tabaco. Un estudio de
demanda efectuado por FIC Argentina en 2013,
muestra que un aumento del 10% en el precio real
de los cigarrillos reduce el consumo total de cigarrillos en torno al 3% en consonancia con datos del
Banco Mundial que estima que, por cada aumento
del 10% en los precios al por menor, el consumo se
reduce alrededor del 4% en los países de ingresos
elevados y 8% en países con ingresos medianos o
bajos3. Si además tenemos en cuenta que somos
el 6° país en el mundo productor de tabaco y que
tenemos 7 provincias con producción tabacalera,
es sencillo entender por qué el aumento a los impuestos del tabaco no está contemplado en la ley
nacional. Esto constituye una importante deuda
con la salud pública de nuestro país.
Bastaría agregar que de los más de mil millones
de fumadores en el mundo, solo 22 de cada 100
consiguen mantenerse sin fumar al año de haberlo
dejado4, el resto fracasa en el intento o recae en
los primeros meses. No deberíamos tener dudas
de que lo mejor es no despertar al dragón a tener
que vérselas con él, que es mucho más inmenso y
temible de lo que quisiéramos.
Conflictos de interés: La autora declara que no ha recibido retribución de ningún tipo de la industria tabacalera; no ha trabajado ni trabaja en la actualidad para la industria del tabaco.
1. DiFranza JR, Rigotti NA, McNeill AD et al. Initial symptoms of nicotine dependence in adolescents. Tob Control 2000;9(3):313-319.
2. Caballero Florentín AM, Miltos Fretes PA, Larán Duarte VM et al. Valoración de prevalencia de tabaquismo en universitarios según auto-reporte y medición de monóxido de carbono exhalado. Rev Am Med Resp 2015;3: 213-215.
3. González-Rozada M, Rodríguez Iglesias G, Schoj V, Chaloupka Frank, Champagne B. Analysis of Cigarette Tax Structure as a Requirement for an Effective Tax Policy: Evaluation and Simulation for Argentina. En: http://ideas.repec.org/p/udt/wpecon/wp201402.html
4. Fiore MC, Jaén CR, Baker TB et al. Treating Tobacco Use and Dependence: 2008 Update. Clinical Practice Guideline. Rockville, MD: U.S. Department of Health and Human Services. Public Health Service, 2008, 83-88.