Autor : Videla Alejandro
Estas conjeturas
absurdas prueban que la Quimera ya estaba cansando a la gente.
Mejor que imaginarla
era traducirla en cualquier otra cosa.
Jorge Luis Borges,
El libro de los seres
imaginarios,
1967
En
ocasión del fallecimiento del Dr. Alejandro Raimondi, el Dr. Daniel Colodenco recordaba que “Tenía una enorme capacidad
en identificar procesos novedosos en la Medicina Respiratoria y de adjudicarles
nombres originales, graciosos y notablemente perspicaces”. En los ochenta,
solíamos ver pacientes que tenían características superpuestas
de asma y EPOC, en los que era muy difícil desentrañar
cuál era la que prevalecía. Dada la imposibilidad de definirlos
con precisión, Alejandro sostenía que un neologismo ad hoc podría
servir para bautizar esa nueva quimera y, así, comenzó a
etiquetarlos como “broncásticos y asmíticos”. Esa originalidad nominativa, que llevaba
a cabo habitualmente, llegó a ser aceptada en las sociedades
científicas europeas y americanas como “superposición de asma y
EPOC” bajo las siglas ACO, una manera no tan graciosa de asumir la existencia
de una entidad híbrida en la práctica clínica.
Ojalá el Dr. Raimondi hubiera llegado a leer el artículo que se
publica en este número de la RAMR.
En
este artículo la Dra. López y cols. presentan un análisis
secundario del estudio EPOC.AR –una encuesta de alcance nacional y base
poblacional–, en que se buscó responder a la pregunta clínica de
la prevalencia de la coexistencia de asma y EPOC (ACO) en nuestro país1. Los autores buscan medir
y pesar a esta nueva quimera. Se identificó que la coexistencia de asma
se producía en un 19,08% de casos de acuerdo con los criterios
diagnósticos del consenso de Denver2.
Un 14,5% fueron caracterizados como ACO solo por presencia de una respuesta
broncodilatadora entre 200 mL y 400 mL y un 4,6% por la presencia de un diagnóstico
previo de asma (con la presencia de respuesta broncodilatadora significativa o
sin esta). Los pacientes con ACO tenían menor edad que el resto de los
casos incluidos y mayor frecuencia de sibilancias y de historia familiar de
asma. Asimismo estos pacientes recibían
más frecuentemente corticoides inhalados combinados con
broncodilatadores de acción prolongada y sufrían más
exacerbaciones y referían mayor ausentismo laboral y consumo de antibióticos.
Finalmente, la función pulmonar prebroncodilatador
también era inferior en el grupo ACO.
La
prevalencia encontrada por los autores se halla dentro del rango inferior de lo
reportado en estudios de EPOC (entre el 13% y 55,7%)3.
La gran variación de los resultados en la bibliografía es
atribuible a uso de distintas definiciones y criterios diagnósticos, y
probablemente a diferencias geográficas y de exposición
poblacional a factores de riesgo. Las prevalencias reportadas de asma y de EPOC
en nuestro país se hallan dentro de rangos más similares a los de
otros países, lo cual deja como pregunta de investigación para
futuros estudios cuanto influye el subdiagnóstico
de estas enfermedades en el diagnóstico de ACO, o el que no se hayan
podido realizar determinaciones de eosinofilia en
los resultados. 4 Resulta
poco probable que la ausencia del criterio menor de laboratorio haya tenido un
impacto considerable en el resultado reportado. Por el contrario, su presencia
podría vinculares a la variante eosinofílica
de EPOC.
Los
resultados de este estudio arrojan luz sobre un grupo de personas que sufren
una enfermedad más grave, con mayor impacto sobre la calidad de vida,
mayor frecuencia de exacerbaciones y peor función pulmonar. Estos
hallazgos son compatibles con un estudio estadounidense que mostró que
los pacientes con ACO tienen mayor riesgo de visitas a guardia y peor
función pulmonar5.
Aparentemente, estos pacientes fueron reconocidos como asmáticos por sus
médicos, y tratados con corticoides inhalados. Desafortunadamente, no
existen grandes estudios aleatorizados controlados de este subgrupo y las
recomendaciones para su tratamiento se basan en opiniones de expertos6.
Es
más lo que no sabemos que lo que sabemos del
ACO. Aun no podemos definir si se trata de mera coexistencia de dos
enfermedades frecuentes, o de un fenotipo con un comportamiento diferencial.
Los resultados del presente estudio apuntan al menos a señalar que la
repercusión sobre quienes sufren una entidad con características
combinadas de asma y EPOC es aun mayor que el
producido por cada una de ellas por separado y constituye una valiosa
adición al conocimiento local de la Medicina respiratoria. La ACO no es
un animal diseñado por el afán de diagnosticar, sino una entidad
real que impacta negativamente en quienes la sufren.
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