Autor : Svetliza Graciela1 Wainstein Esteban2
1 Médica de Planta NeumonologÃa/Subjefa Trasplante Pulmonar. Miembro de Equipo de Trasplante Pulmonar del Hospital Italiano de Buenos Aires. Profesora Titular UIHI
2 Jefe de NeumonologÃa del Hospital Italiano de Buenos Aires. Miembro de Equipo de Trasplante Pulmonar del Hospital Italiano de Buenos Aires
Correspondencia : graciela.svetliza@hospitalitaliano.org.ar
Las
infecciones son la mayor causa de morbimortalidad pos trasplante pulmonar.
Suelen ser, además, una complicación agregada a cualquier insulto
que sufra el órgano trasplantado como puede ser la disÂfunción
primaria y el rechazo agudo1,
agravando el cuadro y ensombreciendo el pronóstico, dado que estos
hechos favorecen el rechazo crónico.
El
pulmón tiene la tasa más alta de infección de todos los
órganos sólidos trasplantados y esto constituye una amenaza a lo
largo de toda la vida del paciente trasplantado, aun cuando está bien y
la funcionalidad pulmonar es normal. Ello es en parte por el alto nivel de
inmunosupresión, pero además, por el
hecho de que es el único órgano sólido en contacto con el
exterior. Por otro lado, el pulmón trasÂplantado tiene disrupción
de los mecanismos de defensa, como son la tos, el clearence
mucociliar y la pérdida del lecho
linfático, lo cual aumenta aún más el riesgo en el
postoperatorio inmediato
Los
orígenes de la infección temprana son varios: aquellas asociadas
al receptor (pacientes con enferÂmedad supurada: bronquiectasias), al donante
–el tema que nos ocupa ahora– y a la fase perioperatoria.
La amplia mayoría de las veces la forma de presentación de la
infección es una neumonía2,
y, en el caso del trasplante unipulmonar, ésta
se ubica por lo general en el pulmón trasplantado. La incidencia en los
primeros días post trasplante, a pesar de la profilaxis es del 10 al 20%3. La infección
bacteriana es la más común y es la principal causa de muerte en
el postrasplante inmediato4.
Cabe recordar que estos pacientes pueden desarrollar otros tipos de
infección bacteriana como empiema, sepsis e infección de la
herida quirúrgica
La
presentación clínica de la neumonía en esta
población suele ser atípica y el diagnóstico precoz es
fundamental. Es así que la fibrobroncoscopía
con lavado broncoalveolar cobra una relevancia funÂdamental.
En algunos casos se acompaña de biopsia que ayuda al diagnóstico
de rechazo que puede acompañar y complicar el cuadro.
El
trabajo publicado por el Dr Balcázar Torres y cols muestra datos interesantes5:
Si
bien, según la literatura el 60% de los pulmones trasplantados están
colonizados, sólo en el 6 al 12% se desarrolla infección activa6. Según nuestra
experiencia en el Hospital Italiano de BA en 55 trasplantes pulmonares del 2010
al 2017, la transmisión de la infección del donante al receptor
fue de un 12%, (aun cuando casi en el 93% se aislaron gérmenes en
muestras del donante), y los receptores en su mayoría desarrollaron
neumonía, aunque hubo algún caso de tráqueobronquitis
y empiema7, a pesar de la
profilaxis instituída. En este trabajo de
Fundación Favaloro esto sólo
sucedió en el 3%, lo cual es muy remarcable
Por
otro lado, de los dos pacientes que desarrollaron infección, uno fue a
causa de Pseudomona mulÂtirresistente
(causa frecuente), y el otro, por Cándida con infección inicial
en sitio quirúrgico y posterior sepsis y neumonía. Cabe recordar
que la Pseudomona, el S áureus
y la Cándida son causas comunes nosocomiales de infección de la
herida quirúrgica, y en este caso, fue asociado al donante
Otros
dos datos para destacar: la media de edad al trasplante 39 años, son
jóvenes, probablemente porque la mayoría eran por fibrosis
quística y el 80% de los trasplantes fueron realizados en
situación de Urgencia/Emergencia. Esto tiene que ver con la dificultad
en la procuración, pero también, tal como se menciona en el trabajo,
con la prioridad que algunas patologías (como la FQ) tiene sobre otras
Resumiendo:
Dada la frecuencia de las complicaciones infecciosas y el riesgo de
pérdida del injerto, es importante que la infección sea
considerada, investigada y tratada agresivamente lo antes posible recordando
que la presentación puede ser absolutamente inespecífica.
Vale
la pena destacar que los resultados tan favorables que muestra la serie de este
trabajo no son casuales. Tiene que ver, tal como lo recomiendan sus autores al
final del artículo, con el relevamiento bacteriológico de las
secreciones respiratorias, de la herida quirúrgica, del líquido
de transporte y de los hemocultivos del donante, así como también
con una actitud agresiva y resuelta ante la sospecha/ confirmación de
infección en el paciente trasplantado.
Este
trabajo constituye un muy valioso aporte en un tema donde, tal como se
menciona, hay poca literatura al respecto.
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