Autor : Ortiz María Cristina1, Cabrera Muriel Constanza2
1Médica (UBA), Lic. Letras (UP). Ex Jefa de Atención Médica Hospital Sommer, General Rodríguez, Buenos Aires. Ex neumonóloga del Hospital Paroissien de La Matanza, Buenos Aires, Argentina
2Diseñadora gráfica y digital. Webmaster de la AAMR y de la Mediateca AAMR. CABA, Argentina
Correspondencia : María Cristina Ortiz, ortizmcristina@gmail.com
Resumen
Introducción: El
objetivo de este trabajo es describir cómo los profesionales de la salud
cursaron su propia enfermedad por SARS-CoV-2, a través de testimonios
orales de algunos miembros de la Asociación Argentina de Medicina
Respiratoria.
Materiales
y métodos: Se
realizó la recolección etnográfica del corpus, con
grabación de 13 entrevistas, desgrabación
y análisis.
Resultados: Los
hallazgos mostraron ambigüedad del rol, autodiagnóstico y autotratamiento; sentimientos de culpa, temor a las
complicaciones y secuelas, y/o a contagiar a otros. Si bien se consideraron
empáticos previo a enfermar, revalorizaron la importancia del contacto
visual, la escucha y un mayor tiempo dedicado a cada paciente a posteriori. Los
entrevistados estimaron que la mejora en las prácticas de autocuidado y
seguridad de los pacientes continuará a largo plazo.
Discusión: Nuestros
resultados tienen puntos en común con la bibliografía acerca de
otras enfermedades, pero hay particularidades dadas por ser el COVID-19 desconocido,
pandémico, transmisible a los contactos, en un colectivo determinado, en
tiempos de comunicación digital. En conclusión, los profesionales
mostraron inestabilidad en el rol; valoraron lazos familiares y de amistad y
realizaron críticas menores al sistema de salud. El carácter
humanitario del cuidado fue puesto en relieve. Dado que posteriormente a la
situación de enfermar, los participantes creen haber sido más
empáticos con sus pacientes, se propone a los docentes de equipos de
salud entrenar esta cualidad, con recursos disponibles y diferentes a la
experiencia real.
Palabras
clave: COVID-19;
Investigación cualitativa; Atención del personal sanitario;
Testimonio; Empatía.
Abstract
Introduction: The objective
of this work is to describe how health professionals experienced their own course of SARS-CoV-2 through oral testimonies of some members of the Argentine Association of Respiratory Medicine.
Materials and methods: An ethnographic
collection of the corpus was carried out
and included the recording and analysis of 13
interviews.
Results: The findings
showed role ambiguity, self-diagnosis and self-treatment;
feelings of guilt and fear of complications and consequences, and / or infecting others. Although they considered
themselves empathic prior
to falling ill, they revalued the
importance of eye contact, listening and dedicating a longer time to each patient a posteriori. Interviewees estimated that improvement in self-care and patient safety will continue in the long run.
Discussion: Our results
share points in common with the bibliography
about other diseases, but there
are particularities due to the fact that
COVID-19 was unknown, pandemic, transmissible to contacts, in a specific collective group, in times of
digital communication. In conclusion,
the professionals showed role instability, valued family and friendship bonds and made minor criticisms
of the health system. The humanitarian
character of care was highlighted. Given that after
falling ill, the participants believe they have
been more empathetic with their patients,
it is proposed
that teachers of health teams train
this quality, with available resources and different from real experience.
Key
words: COVID-19; Qualitative
research; Healthcare personnel care; Testimony; Empathy
Introducción
La
pandemia de COVID-19 que estalló en Argentina a comienzos de marzo de
2020 puso en jaque al sistema sanitario, tal como ocurrió en todo el
mundo. Los profesionales de la salud tuvieron que lidiar al comienzo con algo desconocido,
mecanismos de transmisión no completamente dilucidados, clínica
que se iba completando a medida que aumentaba el número de pacientes,
tratamientos tentativos por analogía con otras enfermedades virales y un
caudal informativo como nunca se vio. Todas las revistas de medicina o ciencias
vinculadas, abrieron el acceso a las publicaciones acerca de esta
patología. Muchos eran preprints, es
decir piezas sin referato o revisión de pares,
puestas a circular para acelerar los tiempos de difusión del conocimiento.
En Argentina veíamos el espejo europeo, luego el estadounidense, apenas
más tarde el de Brasil y nos preparábamos para algo similar. La
cooperación internacional fue importante, accedíamos a los webinars de todas partes del mundo, la
educación a distancia se hizo intensiva. Al mismo tiempo, los
profesionales adaptaban su tarea habitual para la atención de estos
enfermos, aprendían a usar adecuadamente los equipos de
protección personal, redactaban normas locales siguiendo las
guías nacionales. En este camino, muchos se enfermaron.
Desgraciadamente, algunos fallecieron, otros presentaron enfermedades
prolongadas o perdieron a seres queridos.
A
los neumonólogos, kinesiólogos y
técnicos respiratorios les tocó, por su especialidad, estar
particularmente expuestos al riesgo de contagio. Uno de los órganos
más comprometidos es el pulmón; acostumbrados a cuantificar la
disnea, medir la saturación de oxígeno, leer imágenes del
tórax, un buen día fueron los datos propios los que debieron ser
considerados. Y así, el personal de salud pasó a ser paciente.
La
bibliografía abunda en estudios cuantitativos sobre el número y
características de los trabajadores afectados1 y también acerca de
diversos aspectos de la salud mental del personal en relación a su tarea2,3, pero no sobre su
interioridad, cuando ellos mismos han estado enfermos y particularmente en lo
que respecta a su posición en la compleja relación
médico-paciente. A partir de comentarios en cuenta-gotas de
médicos que mencionaban haber estado enfermos fue surgiendo la idea de
encarar este trabajo de investigación. Creemos que esta dolorosa
experiencia, indeseada, inesperada, portadora de sufrimiento que nos toca
vivir, puede ser narrada y compartida para dar otra dimensión a lo que
los profesionales han atravesado en relación a la pandemia. Partimos
además de la convicción de que el proceso de contar, de poner en
palabras la experiencia y además compartirla, contiene ya el germen de
la reparación4.
Por otra parte, la empatía siempre ha sido pregonada como una virtud
importante a la hora de la atención de la salud y se considera que puede
y debe entrenarse para no dejarla librada a las aptitudes naturales de cada uno5. Entendida como ponerse
en lugar del otro, en los casos de los colegas convalecientes de COVID-19 que
hablan aquí, no es metafórico sino real. Pasaron de cuidar los
pulmones de sus pacientes, a necesitar cuidado de los propios. Sostenemos que
este pasaje, necesariamente, debe conmover, en el sentido de perturbar, inquietar,
mover a otro lugar, modificar las prácticas.
Con
el objetivo pues de registrar los aspectos subjetivos del curso de la
enfermedad de un grupo de profesionales de la Asociación Argentina de
Medicina Respiratoria (AAMR)a,
cómo se vieron a sí mismos y al sistema de salud cuando
cambiaron de rol y si refieren que se modificó su práctica
posterior, se recurrió a obtener sus testimonios orales. Con este
material y las correspondientes desgrabaciones se
procedió a estudiarlos con el método comparativo constante, al que
volveremos más adelante, pero que esencialmente permitió
identificar las categorías de análisis de los testimonios.
Estado de la
cuestión
La
pregunta acerca de cómo enferma el personal de salud expuesto a la
pandemia de COVID-19, analizada en un grupo de profesionales de la Argentina,
nos remite a trabajos sobre los médicos como pacientesb.
Ya
Carl Jung (citado por Hankir6)
había planteado su concepción del “sanador herido”, que
podríamos simplificar diciendo que quien experimentó el
sufrimiento a lo largo de su propia vida, desarrolla las herramientas
emocionales para entender lo que siente el otro en situaciones similares. Tiene
su origen en el mito griego de Quirónc,
un centauro inmortal con capacidad de curar a los otros, pero víctima a
su vez de una herida de la que no se puede desprender. Implica un
reconocimiento y aceptación de estas “heridas”, de la propia
vulnerabilidad y condición de finitud. Para Jung, ningún proceso
terapéutico (se refería fundamentalmente a la relación
analista-analizado) funciona si no se involucra la subjetividad que implica una
relación interpersonal.
En
1984, Edelstein y col.7,
del departamento de Psiquiatría del Hadassah University Hospital, de Jerusalén, publicaron un
estudio comparativo de las actitudes de los médicos y no médicos
frente a su propia enfermedad. Allí se señala que: “La notoria
escasez de literatura sobre el tema que de los médicos como pacientes
es extraña y puede deberse a una falta de voluntad para entrar en un territorio
difícil y emocionalmente cargado” (p.1)d. Los autores
sugieren que las conductas de los médicos, en un arco que va desde la
sobrerreacción a los síntomas hasta su negación, se
encontrarían más cerca de los extremos. Tienden al
autodiagnóstico y tratamiento y demoran más en consultar a otros
colegas, que en general son amigos.
En
una publicación de investigación cualitativa en salud, Fox habla
de una fluctuación entre el pánico y la negación; hay un
cambio en las nociones de identidad y juego de roles en el
médico-paciente y el médico tratante8.
Puede haber negociación de poder en ese encuentro. En otro estudio,
realizado por la misma autora entre médicos generalistas de Gran
Bretaña9, se dieron tensiones
entre ser “un buen paciente” y ser “demandante”. El proceso de ser “el enfermo”
fue referido como “estar del otro lado” y esto permitió a los
generalistas visualizar las experiencias de sus propios pacientes (temor,
pérdida de control, falta de certezas, esperanza y
desesperación). Asimismo, muchos consignaron como relevante el “desempoderamiento” que experimentaron, la sensación
de ser pequeños y no tener voz. Los autores sugieren poner
énfasis en el entrenamiento de pregrado para el reconocimiento de la
enfermedad personal y enfrentar el ethos de
invulnerabilidad que en general acompaña a la profesión.
Por
otra parte, el tema de la empatía y su eventual entrenamiento
está muy desarrollado en el campo de la medicina narrativa. Rita Charon10
sostiene que “junto con las capacidades científicas, los
médicos necesitan la habilidad de escuchar la narrativa de sus
pacientes, aprehender sus significados para poder obrar en su beneficio” (p.
1897) y esto constituye para la autora un acto terapéutico central. En
Argentina, varias escuelas de Medicina y centros de salud incorporan estos contenidos.
Pueden mencionarse entre ellos al Hospital Italiano11,
el Instituto Universitario CEMIC (dicta Medicina Narrativa en la asignatura
Cultura y Sociedad I del primer ciclo de Medicina), el Hospital El Cruce, la
Cátedra de Pediatría de la Universidad de Córdoba12.
Ya
ubicándonos en la pandemia que marca al siglo XXI, la primera amenaza a
escala global en tiempos de redes sociales, al 30 de octubre de 2021, la
OPS/OMS1
señala que 41 países y territorios notificaron
2.176.474 casos de trabajadores de la salud enfermos, incluidas 11.840
defunciones. El total de enfermos representa 14.5% del personal de salud total,
estimado en 15 millones. Esta misma fuente indica para Argentina 99036
enfermos, 617 defunciones1.
Se
habla asimismo de la salud mental del personal con síntomas como
depresión, ansiedad, insomnio2,
del burn out13,
pero siempre en relación a la sobrecarga, la exigencia, la
atención directa de pacientes de COVID. Solo una publicación
cualitativa del tipo que proponemos se refiere a la experiencia de doctores que
sufrían long-COVID en Reino Unido14.
Esta
aparente ausencia llama particularmente la atención ya que existe una
corriente mundial a favor de incluir la voz de los pacientes en los congresos,
conferencias, ensayos clínicos, en la elaboración de consensos15-17. Pero no se habla de
médicos como pacientes, como si esos dos universos no se tocaran
nunca. Además, nuestra investigación se realiza en un grupo
muy particular de profesionales: aquellos que atienden a personas con
enfermedades respiratorias.
Marco teórico
Dado
que este es un estudio cualitativo en el que la recolección del corpus
se realizó con un método etnográfico, esta ciencia, la
Etnografía, será parte de nuestro marco teórico18. El investigador “sale al
campo” y construye lo que será su material de estudio, en nuestro caso
el total de las entrevistas. Asimismo, el protocolo de escritura que
mencionaremos en el apartado Materiales y Métodos, funciona a la manera
de un diario de campo.
En
cuanto al tema del testimonio, Ricoeur desarrolla un
extenso trabajo en el campo de la Hermenéutica, entendida como el arte
de interpretar textos, orales o escritos19,
20. Esta ciencia se pregunta si es posible el testimonio:
¿se puede testimoniar acerca de todo? La fórmula tipo del testimonio
para Ricoeur es: “yo estaba ahí”. En nuestro
caso podríamos decir que se parafrasea en el “yo lo tuve”. Para este
autor, también las narrativas permiten a los hombres compartir el
significado de experiencias que de otro modo resultarían inarticuladas.
En la literatura hay una tensión entre la experiencia y su relato. En un
extremo estaría Primo Levi21 que, en Si esto es un hombre,
dice “Me parece superfluo añadir que ninguno de los datos ha sido
inventado” (p. 28) y así descarta todo lo ficcional en su testimonio,
solo habla de lo que ha vivido y lo hace sin énfasis.
Por esta misma
razón, para escribir este libro he usado el lenguaje mesurado y sobrio
del testigo, no el lamentoso lenguaje de la víctima ni el iracundo
lenguaje del vengador: pensé que mi palabra resultaría tanto
más creíble cuanto más objetiva y menos apasionada fuese;
solo así el testigo en un juicio cumple su función, que es la de
preparar el terreno para el juez. Los jueces sois vosotros (p. 216)
En
el otro extremo, ubicamos a Kurt Vonnegut
cuya experiencia en el bombardeo de Dresde durante la Segunda Guerra Mundial,
toma forma de novela en Matadero 522.
Vonnegut debió dejar pasar mucho tiempo y
disfrazar de ficción la realidad que vivió, darla de una forma
oblicua, mezcla de verdad y verosímil, para hacer su texto legible. En
el medio podríamos poner a Irene Klein23 con su concepto de las
“narraciones de vida”, un género testimonial, centrado “en la vivencia
de un sujeto individual o singular” (p. 33), donde la memoria opera por
momentos como ficción. De todos modos, es ilusorio pensar en un
testimonio completamente objetivo, que deje afuera toda “ficción”, ya
que el modo de mirar del testigo, la selección, el orden de los hechos,
lo que pone en foco y lo que deja en penumbras, implican una subjetividad.
Nuestro
marco teórico se integra también con las diversas corrientes que
se ocupan de la empatía, desde la ya señalada corriente de
medicina narrativa10,
hasta trabajos más recientes como el de Tan L et al.5 Ellos se proponen definir la
empatía de manera robusta y lo hacen en encuentros denominados focus groups entre
los distintos actores (profesionales de salud y pacientes). Acuerdan con la
siguiente definición:
Es un sentido de
conexión entre el trabajador de la salud y el paciente como resultado de
una perspectiva que surge de procesos imaginativos, afectivos y cognitivos, que
se expresan a través de comportamientos y buenas habilidades de
comunicación que denotan una preocupación genuina. (p. 4)e
Lo
relevante de este trabajo es la integración de todos los aspectos: la
imaginación, lo afectivo, lo cognitivo, lo relacional y el
comportamiento. Esto revela que se trata de un concepto complejo.
Existen
datos que demuestran que la empatía tiende a disminuir a medida que el
estudiante progresa en la carrera médica y alcanza su punto más
bajo durante la residencia24.
Se pasa de una orientación idealista, centrada en el paciente en el
primer año, a una de neutralidad y despegue emocional en el tercer
año24.
Los componentes cognitivos y conductuales se han considerado los más
aptos para ser educados, lo que puede identificarse con entrenamiento para la
comunicación. Sin embargo, otros estudios focalizan en componentes de la
experiencia, el arte, la narrativa (como la ya citada escuela de Columbia). El
trabajo en grupos facilitado por un profesional de salud mental, mantenido
durante cierto tiempo, puede ayudar a que los estudiantes se enfrenten a sus
propias emociones, motivaciones y reacciones frente a los pacientes24.
Por
último, nuestro marco estará dado por la teoría anclada de
investigación cualitativa de Glaser y Strauss25, también llamada
método comparativo constante, que describiremos brevemente en el
apartado siguiente.
Materiales y
métodos
Se
trata de un estudio cualitativo, de análisis de casos, con
recolección etnográfica del corpus. Se redactaron un
proyecto de investigación y un cuestionario orientativo,
semiestructurado. Se envió a los socios de la AAMR un newsletter que invitaba a participar y al
mismo tiempo contenía links para la lectura de la propuesta,
consentimiento, guía de preguntas de la entrevista y modo de contacto.
Las respuestas se recibieron en el correo electrónico de las
investigadoras y luego siguió por WhatsApp. A algunos de los
entrevistados que no respondieron por esta vía, se les propuso
participar y aceptaron. Se entrevistaron aquellos profesionales miembros de la
AAMR, que habían padecido COVID-19, aceptaron dar su testimonio y
firmaron el correspondiente consentimiento. Se escogió grabar las
entrevistas para registrar la oralidad, una voz más genuina, donde se
detectan las pausas, las dudas, se puede ir y volver en el tiempo, hay menor
freno inhibitorio, mayor espontaneidad. Se utilizó la aplicación Go to meeting para los encuentros virtuales
entre la entrevistadora (MCO) y el profesional, con asistencia técnica
de una de nosotras (MCC). La guía fue semiestructurada, con preguntas
orientadas a mantenerse dentro del tema de interés y con un límite
temporal de alrededor de media hora, flexible según el curso de la
conversación.
Durante
todo el proceso se llevó un registro o “protocolo de escritura”,
similar, como señalamos antes, al diario de campo. Narra los aspectos
vinculados con la elaboración del trabajo, desde la concepción
del proyecto, los distintos pasos para su aceptación, pasando por
detalles puntuales de cada entrevista, siempre muy cerca del tiempo en el que
se recogió el material.
Las
13 entrevistas grabadas y sus correspondientes desgrabaciones
constituyen el corpus sobre el cual se trabajó. Se utilizó
el programa Speech to text
para pasar audio a texto, con corrección manual de las
transcripciones. Se analizaron los contenidos de las entrevistas por el
método comparativo constante de Glaser y
Strauss25. Según
esta teoría se codificaron los diversos tópicos o conceptos
clave, registrando las recurrencias, convergencias, divergencias y, cuando el
criterio semántico lo indicó, pasaron a considerarse una
categoría. Las categorías se ejemplificaron con material de las
entrevistas. Este proceso permitió obtener los resultados que
señalaremos en la sección siguiente.
Resultados
La
AAMR tiene 1807 socios a la fecha (18 de octubre 2021), 1238 de ellos son
médicos, 240 kinesiólogos, 27 enfermeras, 28 técnicos
respiratorios, el resto no se especifica. Nuestros entrevistados fueron casi
exclusivamente médicos (12) y solo uno, kinesiólogo. Los
testimonios para esta investigación se obtuvieron entre el 17 de mayo y
el 2 de noviembre de 2021. Las mujeres estuvieron poco representadas ya que
solo fueron tres. El rango de edad fue de 29 a 69 años, con una media de
52. La mayoría de los profesionales enfermó en 2020, solo cuatro
de ellos (dos mujeres y dos varones) lo hicieron en 2021. De los que enfermaron
en 2021, dos estaban completamente vacunadas, uno había recibido pocos
días antes la primera dosis y uno no estaba vacunado. Cinco tuvieron
formas leves, seis moderadas y dos severas; ninguno requirió asistencia
respiratoria mecánica. Estos datos y la procedencia de los entrevistados
se resumen en la Figura 1.
Del
análisis de las entrevistas desgrabadas
surgieron las categorías siguientes:
1. Automanejo: desde el autodiagnóstico al autotratamiento
Este
tópico apareció en todos los entrevistados. Como ya se
mencionó, la bibliografía acerca de la enfermedad en los
médicos, habla de sobrerreacción, o bien negación de los
síntomas. En nuestro caso, hubo una tendencia a atribuir los
síntomas a otras causas, estuvo más cerca de la negación.
Uno suele subestimar
los síntomas, son síntomas tan comunes y que tuvimos tantas veces
todos los años, tener rinorrea, tener odinofagia, tener 37 grados y mediof,
son síntomas que tuvimos toda la vida […] Y por supuesto, yo ya
sabía que esos son los síntomas y cuando uno lo escucha a un
paciente lo primero que tiende a pensar es “¡y cómo no se dio cuenta!,
cuando lo siente uno, piensa: y no, esto se me va a pasar en un ratito y no
se pasa. (E005)g.
No es que yo tuviera
síntomas respiratorios, tenía un poquito de tos, pero poquito. Y
bueno, eh… me encontraron una neumonía. Así que ya de movida tuve
neumonía, la primera tomografía, el primer día de fiebre,
ya tenía impacto pulmonar, yo en mi inocencia pensé que
realmente era una neumonía de la comunidad. Y entonces la
compartí con algunas colegas míos y me
dijeron “flaco, ¡tenés COVID! (risas), es una
neumonía por COVID”. (E011)
Lo pensé, pero
quería…eh…quería focalizarlo en que era el estrés, la
semana, el cansancio habitual y bueno y el cansancio de todo lo que
podía llegar a haber pasado en esa semana y en ese día, si bien
lo pensé, lo tuve bastante presente, quise como que focalizarlo en que
podía llegar a no ser. (E007)
Uno
de los testimonios refiere al diagnóstico como “tragicómico”, ya
que, luego de un momento inicial de negación, la anosmia se revela por
no detectar la necesidad de cambio de pañal de su hijo pequeño.
Bueno, estando
trabajando con mi esposo, me acuerdo que fue un viernes, dije que me
sentía muy mal, que me dolía mucho el cuerpo, las piernas, que
tenía mucho catarro. Y la verdad me sentía mal, pero que yo
dudaba mucho que fuese COVID, le digo, porque como teníamos todos los
elementos, o sea, lo que yo decía a mí no me va a pasar porque
la verdad, yo me cuido bastante, eh…dije no, esto es un resfrío que
seguramente es por otro virus. […] El día domingo, que ya estaba posguardia me dice XX, ¡qué inquieto que está
el nene! Yo tengo un nene chiquito de 2 años. Eh… bueno en ese momento
tenía un año, y me dice ¿y no te das cuenta, no será el
pañal? Y le digo, no, no creo, que sea el pañal y me dice: porque
yo me doy cuenta, yo siento cuando él hace de cuerpo, me dice. […] No
siento el olor. Me dice es un olor insoportable. […] El sprite
me sabía a agua, el vinagre no lo podía oler, XX ¡no tengo
olfato! (001)
A
ello se sumó la responsabilidad de continuar con el trabajo, que hizo
que varios de ellos vivieran situaciones que, en los enfermos no
médicos, no hubieran ocurrido ya que estarían “oficialmente enfermos”
y siendo atendidos. En el ejemplo a continuación, los
diagnósticos alternativos fueron “baja presión”, “stress”.
Vos sabes que
corría eh... febrero de este año eh… yo solamente soy hipertenso,
grado 1, tranquilo, sin otras comorbilidades, me empiezo a cansar, cansado…
cansado…, llegaban las seis de la tarde, no podía levantar del
consultorio, mucho sueño, nada más, me tomo la presión,
presión baja. Pasó un día, dos, tres, cuatro, hablo con mi
cardiólogo, le digo mirá F. me
está pasando esto, presión muy baja, cansado. “No pasa nada, es
el estrés, hace dos años que no te tomas vacaciones etc., etc.”
“¿Te parece?, bueno”. Estaba en el consultorio, me faltaban tres pacientes y se
me cerró la luz, en realidad, me sentía muy mareado, se me
borraba la cara del paciente. Uno de mis consultorios queda cerca del hospital,
hacia allí me dirigí, mal…manejando, mal hecho…y ya “Mire, doctor, por protocolo…”, “¿qué protocolo?, se
me bajó la presión”. En esa: “bajó presión, es la
presión”, dio positivo. (E012)
En
el ejemplo siguiente, luego de ocho días del alta epidemiológica
(por un hisopado positivo por contacto estrecho asintomático
domiciliario), retoma la actividad laboral. En ese momento presenta
síntomas que son atribuidos a una secuela, mientras que, en una
secuencia atípica, volvió a tener un hisopado positivo.
Así relata este día de vuelta a la actividad:
Y el día
miércoles no me acuerdo exactamente qué fecha, pero sé que
fue antes de la primavera, ahora de ultima nos fijamos, fue capaz que el
miércoles 15 estoy pensando., eh…me coloco todo el equipo de
protección personal y ya ahí estaba como cansado… eh …y empiezo a
atender al primer paciente, que lo íbamos a atender de a dos
kinesiólogos, y le digo “estoy muy cansado” y me dice… mi
compañero “pero es el primer paciente, XX”, me dice, como diciendo
¿qué te pasa? Le digo “la verdad no doy más” y me dice “pero te
quedan 10 pacientes”, “sí, le digo, los voy a atender pero”…Todo esto en
la internación con pacientes que estaban mal y todo y había
muchas veces que hacer fuerza y es más, la última paciente que
veo ese día era una paciente traqueostomizada,
que había venido después de muchos días de la terapia, con
una polineuropatía del paciente
crítico, a lo cual le digo, lo llamo a mi compañero y le digo “F.
por favor ayúdame a moverla porque yo no puedo”, le digo, “me siento, me
siento muy mal”, bueno, eh la movemos, todo, me ayuda. Me saco todo el equipo
de protección personal y la primer silla que
veo, ahí en la sala de cambiado, me siento y me dice “XX ¿qué te
pasa?” […] Y me dicen “estarás teniendo una secuela” y le digo “no
sé, pero siento que no puedo meter el aire” […], no sé, era raro,
¿no? (E004)
En
otro de los testimonios, el paciente-médico no detecta la disnea, sino
que es su hija a través del teléfono la que lo alerta:
Estaba hablando con mi
hija, hago cinco metros para agarrar el teléfono con mi hija, me siento
en el sofá. Me dice “¿venís de correr?” “No, para nada”. “Te noto
agitado”. “No, la verdad que no”. Termino de hablar con ella, me puse el saturómetro, la saturación no pasaba nada,
subí, bajé la escalera, pero realmente me sentía agitado,
bueno, digo, caramba, pero realmente me sentía agitado, que será,
que no será´… (E003)
Otros
atribuyeron rápidamente sus síntomas a COVID-19 “Los primeros
síntomas me sorprendieron, digamos un poco de dolor de garganta y
demás. Yo lo primero que pensé es ¿cómo hice yo para
contagiarme de COVID?” (E002).
Admitamos
que, para un profesional de la salud, atribuir los propios síntomas a
una causa es inevitable, en ocasiones se busca la confirmación en otro
colega.
El primer
síntoma que tuve fue un abatimiento, un decaimiento, sensación de
fiebre sin registro febril, no tuve fiebre en ningún momento, asumiendo
arriba de 38, mi temperatura promedio estuvo en los 36, 36,5, un poco de odinofagia y lo que sí fue llamativo, que
perduró mucho, fue una sudoración vespertina nocturna […]
Hablé con una doctora a la que consultamos todos los amigos, que
está en plena actividad, en combate digamos, una infectóloga. (E008)
En
algún caso, se llevó incluso una especie de “historia
clínica” propia.
Claramente, como somos
nosotros los médicos, me saturaba, me hisopé en el hospital, me
fui a mi casa. Llevaba un cuadernito con las anotaciones de las… de la
saturación, de la frecuencia cardíaca, de la tensión
arterial, y de los síntomas, la fiebre no superaba… la temperatura no
superaba los 37.3, 37.4, la saturación nunca bajaba de 97 (E002)
Respecto
de la terapéutica, en ocasiones se “negocia” un tratamiento compartido y
en otras se realiza un autotratamiento aun en
situaciones de riesgo.
Yo mismo tenía
el saturómetro a mi izquierda y el flujómetro del oxígeno a mi derecha entonces
me iba saturando y me iba subiendo y le iba pidiendo, alcánzame la
cánula nasal, la máscara con reservorio. (E006)
En realidad, el primer
día a la noche, fue un día jueves para madrugada de viernes,
estaba solo en casa, mi familia no estaba. Y sí, yo ahora, en el tiempo,
¿no? después de superar ese momento, si yo…, si me hubieran llamado a
mí como médico, a ver a ese paciente, sin duda que lo hubiera internado pero bueno, no me podía mover de la
cama, inclusive estaba muy confuso, un cuadro con alucinaciones, por fiebre
¿no? (E013)
Al
reflexionar al final de la entrevista, esta misma persona puede ver otras
alternativas que durante el curso de la enfermedad no consideró, hace
una especie de mea culpa.
Yo creo que…
específicamente, yo hubiera, tendría que haber consultado,
seguramente haberme internado, por lo menos hasta ver que la evolución
fuera estable, por lo menos unos días, en función de la
experiencia pasada, eh… Hubiera depositado en el otro, que es más
objetivo que uno mismo, la conducción del.., las indicaciones, ¿no es
cierto?, uno a veces se ve tentado, al ser médico y conocer algo de su
organismo y de la teoría de esta patología o de cualquier otra,
se ve tentado de automedicarse o diagnosticarse y eso
por ahí puede ser de riesgo. (E013)
La
impresión general es que algunos de quienes tuvieron formas moderadas
corrieron riesgos innecesarios por tratar de evitar la internación, por
manejar su propia enfermedad. Y esto se mantuvo siempre que el grado de
afectación lo permitiera, aun en aquellos que se internaron.
Recién pudieron “abandonar” la conducción de su enfermedad cuando
estuvieron en una etapa de mucha severidad.
2.
Elección del sitio de atención
Esta
fue la primera decisión que debieron tomar los enfermos: ¿adónde
voy? La mayoría privilegió su lugar de trabajo, entendido como
una prolongación de su zona de confort, donde su identidad de
médico (o kinesiólogo) todavía estaría presente. En
los que pudieron elegir, por vivir en zonas de alta concentración de
efectores, prevaleció la complejidad del lugar y la calidad de los
profesionales según la representación social de la
institución y sus actores. Pero aún si la enfermedad fue leve,
hubo que decidir dónde hacer el hisopado, quién conduciría
el tratamiento, a quién preguntar en caso de dudas, quién
daría el alta epidemiológica y clínica.
En
un caso el entrevistado explicitó claramente el dilema de dónde
atenderse y decidió no exponer a los colegas a la presión extra
de asistir a otro.
Y ahí
empezó la duda desde el punto de vista médico, ¿con quién
me trato?, ¿dónde voy?, ¿al lugar donde yo trabajo, ¿para qué me
atienda quién?, ¿yo? ¿el grupo que trabaja conmigo? Ponerle
presión a esa gente es complicado. Bueno, fui a un sanatorio, soy
muy amigo del director […]. Hablé con el director para preguntarle a ver
si tenían cama, en el caso de que tuviera que internarme, si iba o no
iba; el sanatorio XX estaba ya bastante abarrotado. Voy o no voy, “y bueno
ándate, si tenés alguna cosa vemos”. Neumonólogos muy buenos, como XX y XX, que son muy
conocidos, pero no son amigos, trataba de evitar el amigo, pero que
yo les tuviera confianza. (E003)
Cuando
la enfermedad fue leve siempre el lugar de trabajo fue el elegido, aunque no
fuera el más cercano.
Eso fue el
sábado a la noche, ya el domingo a la madrugada, ya dije esto es raro,
me tomé un paracetamol, me volví a acostar y dije bueno, veremos
cuando me levanto y cuando me levanté decidí que tenía que
ir a mi hospital […], a mi guardia del día domingo […] Me fui sola al
hospital si bien no… no estoy cerca tampoco del hospital, porque yo vivo
acá en… en XX, en Provincia, zona XX y el hospital está en
Capital, pero bueno… no, no me sentía mal como para no poder ir
manejando. (E007)
A
lo largo del espectro de severidad, fue la propia casa, el lugar de trabajo, o
el de mayor complejidad, lo que se eligió para tratarse. Hasta
aquí sería razonable, pero en algunos casos no hubo coincidencia
entre la severidad y el sitio de atención como ellos mismos reconocieron.
Parecería que quedarse en su casa garantizaba que la enfermedad no fuera
severa, aun con riesgos ciertos de tener un mal desenlace. “Hoy en día,
a la distancia y con lo que uno sabe, hoy en día, posiblemente fue una
equivocación, me debería haber internado y haber recibido corticoides
más temprano…” (E011)
3.
¿Médico o paciente? Ambigüedad del rol
Cuando
el enfermo es personal de salud no es sencillo pasar al rol del paciente. En
sus testimonios, nuestros entrevistados lo señalaron en muchos casos
expresamente. Se dieron además cuestiones jerárquicas que
terminaron en no aceptar una indicación que después se vio era
pertinente.
Me fue bien, listo,
bueno, bárbaro, sábado, domingo bueno… ya está, listo, la
piloteamos, surfeamos la ola. Y el lunes, uno de los médicos que me estaba
atendiendo, que aparte de compañero trabaja…es médico de guardia,
yo soy su jefe por decirlo de alguna manera, eh me… me dice “che XX, no te
veo muy bien”, “No, no, no, no. Yo estoy perfecto, estoy bárbaro, me
quiero ir a casa”. ¿Por qué no te quedas un día más?”
“Fulanito mirá, estoy bien, despreocupáte”. “Mira que te veo un poco bajo con el
saturómetro, ¿por qué no te quedas?”.
“No, no, no”. Ya… Algunas cositas sentía ya.
(E006)
En
otros casos, se explicita un tercer rol, además del de médico y
paciente. El miedo lo lleva a transformarse en un “ser humano”: “Estaba en mi
casa, sí, yo finalmente zafé por un pelito, ahí me transformé
en paciente, ¿no?, el paciente que no tiene ganas de internarse, ¿no?, tiene
miedo de internarse, ahí me transformé en un ser humano…” (E011).
También se alude a “estar del otro lado” cuando se es paciente y a la
importancia de ser acompañado.
La verdad es que es un
momento bastante raro estar sentada del otro lado. Eso es, estar sentada en
donde, bueno, tantas veces yo hisopé, digo, ¿no?, tantas veces estuve
ahí haciendo el procedimiento y de repente yo estar esperando a ser
hisopada. Recuerdo que fueron… llegué, me anuncié, bueno ya me
estaban esperando porque yo ya había avisado. Fueron como unos minutos
donde estuve sola, que por la puerta vi pasar eh a la radióloga que
justo es la radióloga de mi equipo de guardia del día martes y la
llamé porque no quería sentirme sola en esa espera. (E007)
La ambigüedad del rol tanto para el enfermo como para los colegas que lo asisten, impide asumirse totalmente como paciente.
A mí me llamaba
la infectóloga, pero eso porque
conversábamos, yo no terminaba de ser médico en esa
situación, ¿me entendés? Y… entonces me
costaba asumirme a mí como paciente, nunca es fácil eso para un médico
[…] La tomografía se me había ocurrido a mí, dije me hago
la tomografía y bueno, coincidió la infectóloga
y me la fui a hacer y demás. Pero sí, si bien tenía el
acompañamiento de todo el equipo porque todos me llamaban, era
difícil que alguien tomara la decisión, el control y el manejo
puntual de mi persona. (E002)
Lo único que
dije es: obedezco, y obviamente que muchas veces falté a la palabra, no
lo puedo…no lo puedo negar, porque alguna que otra actitud médica tuve,
pero no, traté de tener siempre una actitud totalmente de entrega hacia
lo que me decían que tenía que hacer. (006)
Solo
cuando la enfermedad es tan severa que es materialmente imposible que el
profesional se trate a sí mismo, pasa a ser paciente. De otro modo,
siempre hay un movimiento “de un lado al otro”. Incluso se desdibuja el rol del
personal asistente que puede ser sometido a un proceso de negociación
acerca de la conducción del tratamiento.
“Bueno doctor, se va a
quedar internado, le voy a dar la medicación” y me pone Acantex y azitromicina. Le digo
“fantástico ¿y para el COVID? Vos sabés
perfectamente que no me estás tratando el COVID con esto”. Dice “bueno…,
que sé yo, que sé yo cuanto, pero bueno…Ud. satura 95, 96 no
está con mala saturación, la placa no esta tan mal”. Le digo
“sí, pero tengo una tomografía hace tres días limpia” […]
“Los corticoides no se los pongo porque el Recovery
dice que si la saturación no baja de 95…”. “Mirá,
le digo, el Recoveryh es un protocolo.” (003)
El
paciente reclama por un tratamiento personalizado, más allá de
los protocolos que son asumidos como orientaciones generales. El poder ha
pasado a la médica de guardia, una persona joven a la que él
tutea y ella trata de usted. El médico devenido paciente, se siente
pequeño y sin voz, le cuesta ser escuchado.
4.
Sentimientos referidos durante el proceso de enfermedad
En
el trabajo de Missel26,
entre pacientes que no eran personal de salud, afectados por COVID-19 en
Dinamarca, surgieron tres temas acerca del significado de la enfermedad desde
sus perspectivas: COVID-19 como amenaza para la existencia y la
percepción corporal, y como una interferencia en las relaciones sociales
ordinarias. En nuestros entrevistados también aparecieron
explícitamente estos tres aspectos. Uno de ellos admitió con
cierto humor haber pensado en la muerte en términos prácticos,
operativos, poco abstractos.
La primer
noche fue muy difícil, no poder descansar, no poder dormir, no
poder parar la cabeza de pensar. De todo, pensar en lo que te está
pasando, de pensar en lo que me puede pasar y de sacar conclusiones, hasta un
momento de pensar, eh bueno, listo, bah, las tarjetas de crédito, a ver,
esta es mía, la cubre el seguro, listo, bárbaro, perfecto; la
otra, no, también la cubre el seguro, bárbaro, ya está, y
bueno esa, bueno ,por lo menos le va a quedar una tarjeta chica a mi mujer, y o
sea, es como que, es un momento en el cual empezás
a acomodar las cosas en el casillero y decís, bueno listo, está
todo listo, que sea lo que sea. (006)
En
cuanto a la afectación corporal, si bien al hablar de su
saturación de oxígeno, sus imágenes y otras, se
está hablando del cuerpo, nos referimos a los que estuvieron más
comprometidos y a su puesta en juego del cuerpo. Este testimonio lo escenifica
de una manera muy clara:
Ese jueves a la
mañana, una anécdota muy linda, porque viene una de las
enfermeras de la terapia y con la cual trabajo todos los días y le pido
para higienizarme, para lavarme los dientes y me dice “¿no quiere que lo
bañe doctor?” Y dale, bueno, dale. Me sentía…eh…te sentís
incómodo, te sentís sucio, te sentís…, sentís un
montón de cosas y…me bañó y fue…, te juro, que la
sensación del agua caliente cayendo en la cabeza fue una de las
más placentera que me pasaron. (E006)
Uno
de los médicos, pese a tener una forma leve, señaló que
hubo afectación de varias circunstancias en su entorno familiar.
El COVID no afecta solo
a la persona y a su cuadro que, si Dios quiere, digamos, es un cuadro leve, o
si la fortuna quiere, mucho mejor, sino a todo el entorno. Fíjate
que esos días, por ejemplo, el día 8 era el cumpleaños de
50 de mi esposa, el día 9 era el cumpleaños de mi hija, ambos…,
no es que pensaban reunirse, pero por lo menos pensábamos hacer alguna
cosa familiar. Mi hijo el día miércoles 10 tenía la
colación y el día viernes 12 rendía el final del first certificate de
inglés, o sea que cuando yo quedé aislado, digamos, no solamente
se afecta la persona sino todo el entorno familiar. En ese momento se perdieron
obviamente los cumpleaños, la colación, el examen de
inglés… el final, ¿no es cierto? (E010)
Además
de los sentimientos en estas tres esferas, algunos de los entrevistados dijeron
sentir vergüenza, culpa, miedo (a la enfermedad, a la
discriminación, a no tener cama en terapia intensiva)
Y cierto grado de
vergüenza me había dado, porque estuve organizando las actividades
junto con la infectóloga de mi hospital, para
no contagiarnos, no es un buen ejemplo lo que estoy dando… Culpa...la primera
sensación fue culpa […] Así supe cómo me lo
contagié, te digo por un lado sentí una sensación de
alivio. Porque dije, ok, no estamos haciendo las cosas mal en el hospital, no
me contagié en el hospital. Para mí era mucho más ….
sentirme más aliviado sabiendo que me había contagiado en el
contexto de un encuentro familiar con mi hijo […] Asi
que lo primero que sentí fue esa sensación de angustia y culpa y
lo segundo la tranquilidad de sentir que yo no me había contagiado en el
contexto del hospital. (E002)
Eh…como toda persona,
creo, estaba muy asustada en el inicio de la pandemia porque era algo nuevo
para nosotros, nunca había pasado en mi vida profesional una pandemia y
bueno la verdad que estaba muy asustada. (E001)
Al
momento de recibir la vacuna se reviven en ocasiones las mismas sensaciones que
provocó la enfermedad.
Cuando me
coloqué la primera dosis empecé a tener dolor de espalda que era
muy similar al dolor que tuve. Dije no, no, ¡otra vez! Me agarró una
angustia, una depresión, porque yo sabía que era por la
vacuna, pero a la vez no me podía sacar ese miedo. (E004)
La
internación y el aislamiento fueron referidos como momentos de mucha
angustia.
La verdad que la
sensación siempre cuando uno se va a internar es de mucha angustia ¿no?
y la sensación de que uno va a aislarse en un lugar […] Uno siempre
necesita el apoyo de la familia y el apoyo de los amigos, eso es la primera
cosa, lo importante que alguien te llame, que ya se preocupen por vos, digamos
que haya una sensación de que no estás solo, porque uno se
siente muy solo en el aislamiento, no es algo sencillo de administrar, la
sensación de soledad es una de esas sensaciones a veces angustiantes porque,
bueno no tanto en mi caso porque dentro de todo fue bastante leve lo que me
sucedió a mí, pero otras personas que… que están en peor
situación, que no… no saben si en ese momento van a poder seguir viendo
a su familia […] que sentirse solo es abrirle el lugar a los…a los
espíritus internos que lo llevan a tener que preocuparse excesivamente
¿no? (E002)
Yo
les cuento algo en realidad, no sé si alguno de los colegas y amigos les
habrá pasado lo mismo, cuando me despedí de mi señora,
este… que subía, no sé si fue un minuto o fueron dos, realmente
ahí sí se me cayó… se me vino el mundo abajo, fue un flash
realmente, porqué ahí pensás que,
nosotros lo sabemos mejor que nadie, no sabía dónde iba a
terminar. Yo iba al tercer piso, pero no sabía si subía al
5º. a terapia y no sabía si realmente este era mi último
viaje en ascensor, por llamarlo de alguna manera. (E012)
Al
ser la COVID-19 una enfermedad transmisible, el temor de exponer a la familia,
fue una preocupación muy grande que apareció en varios de los
entrevistados.
[…] En mi grupo
familiar tengo una pareja muy grande, entonces era cuidar…no sólo cuidar
a los pacientes, sino cuidar al grupo familiar, primero cuidarme a mí,
pero también cuidar a mi pareja y para mí era importante la
vacuna para el entorno familiar, sentir que lo estaba cuidando todo lo que
podía a mi compañero. […] Cuando en un momento tuvo
síntomas mi pareja, que fue una de las veces que lo hisopamos y fue
negativo, yo me hisopé y entonces tuve un reto de la infectóloga
que me dijo “¿por qué te hisopaste si vos no tenés
síntomas?, no cumpliste protocolos”. Entonces yo le decía: yo lo
que quiero saber es si yo lo infecté, y me dice “XX se puede infectar en
cualquier lugar”, o esa cuestión de… tanto que me cuidé, tanto
que hicimos esto…Sí, el miedo de que nosotros traigamos con nuestro
trabajo el virus a la casa. (E009)
…Culpa más que
nada, y miedo obviamente, porque la consecuencia de lo que nos pasa… en mi
familia mi mujer se contagió, toda la familia se contagió, eh…Lo
que nos dimos cuenta es que es difícil lograr cuando hay un caso
positivo de un entorno familiar el no contagio del virus a la familia es
extremadamente difícil. (E006)
El pensamiento
recurrente de todas las noches al acostarme, bueno, o pensar durante el
día, era que ninguno de mis familiares empiece con síntomas, eso
era, era constantemente estar pensando eh… y preguntando ¿y te duele algo? a mi
marido y ¿te sentís mal, te falta el aire, te duele algo, tenés fiebre?, eso era una constante y pasan los
días y todavía sigue estando como… como ese fantasma… (E007)
5.
Identidad médica, vulnerabilidad y algunos mitos
El
ethos de los profesionales de la salud,
y particularmente de los médicos, se asocia con la invulnerabilidad:
“Si bien no pensé que iba a morir, el complejo de Superman me lo
abofetearon rápidamente, que uno es absolutamente vulnerable me
quedó muy claro… (E003).
Bueno, vos sabes que no
estamos acostumbrados justamente a hablar de lo nuestro, pareciera que somos
los iron man que no nos va
a pasar nada y bueno pasaron cosas. […] Nosotros estamos acostumbrados a
curar y en esta pandemia estamos ayudando a transitar una enfermedad, es la contención
y no tener un tratamiento y eso te genera mucha angustia, porque hay gente
joven que realmente les ha fallecido un familiar, hemos perdido colegas,
compañeros de trabajo…(E012)
Un
mito difundido es el de que los médicos son “malos” pacientes, cuando
enferman o se operan, se complican, son “especiales”, demandantes. Puede
discutirse aquí qué significa ser “buen” paciente. A nuestro
entender se asocia fundamentalmente con la pasividad, con aceptar todas las
indicaciones, preguntar poco, no discutir. Esto ha sido revisado y, como
señalamos antes, cada vez el rol es más activo, se incluye la voz
de los pacientes en todos los campos. También es un reflejo de la
tensión del equipo tratante puesto que cada acto puede ser juzgado por
el par que posee la misma información, aun cuando se olvida que, a la
hora de ser paciente, esta cuenta mucho menos. El tratante aún tiene
mucho para ofrecer:
Yo tenía una
visita diaria del neumonólogo, fue muy
tranquilizador, un poco porque tenía confianza en ellos […] Viene en un
momento XX y me dice mirá tenemos todo para…lo
que puedas necesitar para ponerte, vamos a usar lo que sea necesario. (E003)
Al
no operar este mito de la invulnerabilidad, muchos debieron descansar en los
equipos de salud, que ellos mismos habían formado en algunos casos que
ya comentamos. Señalaron el valor del grupo de trabajo, revalorizaron
enfáticamente el rol del personal de enfermería, limpieza y
alimentación.
El papel de la
enfermera es espectacular, es la persona que pone la mano en el hombro, es la
persona que te hace sentir persona. La prolijidad con que las señoras
que venían…, las mucamas, que venían a limpiar, la minuciosidad
con que venían a limpiar, sacaban los cuadros y le pasaban atrás
de los cuadros, la verdad que me llamaba la atención, cosas que uno no
ve. (E003)
También
se dejaron de lado las subespecialidades en los momentos en que fue necesario,
agregando posible stress adicional a quienes debían realizar tareas a
las que no estaban acostumbrados, aunque esto no fue mencionado por los neumonólogos ya que ellos eran probablemente los
más confortables en este sentido.
Nunca trabajamos tan
codo a codo con el cardiólogo, con el kinesiólogo, con el
pediatra con el clínico, o sea, nunca equiparamos democráticamente
la tarea y el trabajo como en esta pandemia, nunca fuimos tan solidarios, me
parece, tanto el público, el privado los sindicatos, las obras sociales,
eso sí se notó un montón en la localidad. (E009)
6.
Visión del sistema de salud
Se
observó en general un reconocimiento al sistema de salud que los
asistió, una revalorización de los propios lugares de trabajo y
de los equipos profesionales. “Tanto en lo público como privado, no he
visto situaciones de desborde. El sistema de salud aguantó al golpe muy
bien” (E011). Aun así, especialmente quienes estuvieron internados en
los inicios de la pandemia, tuvieron alguna observación cuando
estuvieron en el lugar de pacientes. “Tardaba mucho en ese momento la entrega
del hisopado, a mí me lo apuraron porque era yo” (E011).
[…] Y uno de ellos me
había dicho que vaya a tal hora a hisoparme y yo fui, salí con el
auto, salí con barbijo, nunca baje y pasé y había mucha
cola. Entonces digo ¿cómo hago yo para hacer esa cola? (risas) Y porque,
por un lado, sentía, yo no puedo entrar porque soy médica, que me
atiendan primero y está toda esta gente ahí, voy a hacer la cola;
después digo ¿cómo hago la cola si no puedo quedarme parada del
dolor abdominal que tengo? Bueno, ma sí, me
voy a casa y veo qué hago […] Pero también pensé
acá hace mucho frío. Para que estén haciendo la cola
alguien que tenga síntomas y el asintomático, digo, el que tiene
síntomas, pero no tiene COVID, afuera. Después lo hablé
con un compañero y ahí hicimos otra temática de hacerlo en
otro lugar. (E009)
Una noche, la segunda
noche, pero todavía no lo tengo transcripto, lo senté a uno de
los enfermeros eh al lado, del otro lado del vidrio y le digo vení, sentáte y escuchá que te quiero decir todo lo que hay que
corregir dentro de la terapia intensiva. Son 20 puntos de los cuales…, se los
dicté y los tengo que escribir, igualmente muchas cosas implementamos: “anotá número uno: los pacientes cuando
están en la terapia intensiva tienen que estar comunicados con la
familia”, bueno ya lo tenemos, “número 2 todo paciente que está
en terapia intensiva tiene que tener una botellita de agua para tomar agua
porque tiene la boca seca” y lo implementamos. […] Fue cómica la… la
situación porque todavía lo recuerda de esa noche que estuvimos
como dos horas charlando y yo le iba contando lo que quería que hagamos
diferente. (E006)
Si
bien nos referimos fundamentalmente al sistema de salud en sus aspectos micro,
a las pequeñas cosas que están naturalizadas y de cambiarse
pueden aliviar al paciente, hubo algún cuestionamiento al sistema en
general: “pensé que más allá de los aplausos iban a
jerarquizar al personal” (003). O esta reflexión sobre la
situación regional:
Hay como un camino
paralelo como si fueran vías entre una decisión sanitaria y una
decisión política, ¿no? Nosotros vivimos en un lugar
turístico, altamente turístico, pero tenemos un acceso
precarizado a la complejidad de la salud, porque, si bien tenemos un centro de
esquí no tenemos terapia intensiva, no tenemos emergencia. Me
pasó con un compañero que se luxó el hombro y que los dos
únicos anestesistas de la zona tenían COVID. O sea, hubo que
reducirle el hombro como si fuera el siglo XXVIII, o sea, no tenemos una
complejidad para soportar el aluvión turístico normalmente, en
pandemia menos. Entonces eso nos genera preguntas y angustias en cuanto a
aperturas y cierres, cómo se abre, como se cierra, no negando la
coyuntura económica por supuesto, no la negamos, pero la sanitaria la
supera. (E009)
7.
Referencias a la empatía y otros cambios a partir de enfermar
Es
difícil definir y medir la empatía por lo que, cautelosamente,
solo nos referiremos a lo que escuchamos de los entrevistados.
A veces uno empatiza
con los pacientes contándoles un poco la experiencia […] cuando me preguntan
“¿Y doctor, y los riesgos de la vacunación?” Yo les digo, miren yo tuve
un cuadro leve, pero por más leve que sea como lo tuve yo, tuve que
estar 10 días adentro, perdí trabajo, mis hijos perdieron
exámenes, se perdieron los cumpleaños. O sea, el impacto del COVID
no solamente es la salud de la persona sino en todo el impacto familiar,
impacto laboral, de estudio. (E 010)
En
un caso de enfermedad leve, el impacto que produjo el conocer que su hisopado
era positivo lleva a reflexionar después acerca del mejor modo de
comunicarlo.
Me acuerdo de una
paciente que yo le di el diagnóstico, una paciente con antecedentes
respiratorios importantes y apenas le dije “te dio positivo”, lo primero que me
dijo es “entonces me voy a morir” y uno ¿viste? hace como ese silencio y
entonces…ahí estar siempre atento a dar una palabra de aliento, porque
como que, para el paciente, más con sus antecedentes y más con
las cosas que puede haber llegado a pasar, dejarlo con ese pensamiento no es
bueno ¿no? […] Dar el positivo decir “sí, mirá
resultaste positiva pero bueno, quédate tranquila los medios son estos, fíjáte, o sea podés
contar con tal cosa y tal cosa”, no sé, eso, darle un poco más de
esa contención y no quedarnos solo con lo médico. (E007)
En
el caso de otro médico que tuvo una forma más severa, luego de
varios meses de recuperado, todavía siente que su conocimiento
experiencial del COVID, le permite conectar mejor con sus pacientes.
Yo trato siempre de
escuchar al paciente lo que dice ¿no?, la escucha es un momento fundamental de
la entrevista porque el paciente viene a que lo escuchen, pero la verdad que la
experiencia de haber pasado el COVID, me ha me ha brindado la posibilidad de
entender un poquito más esa escucha ¿no? La angustia que produce la
enfermedad, la angustia que produce el no saber qué va a pasar con la
vida de uno ¿no? y creo que me ayuda a mí a salir de la consulta,
ustedes lo van a entender, de la consulta de…, de la rutina de la consulta
¿no?, yo creo que en cada persona hay un mundo, hay un mundo y que hay que
escucharlo, eso. (E011)
En
algunos casos se revalorizó el contacto visual puesto en peligro por el
relativo ocultamiento de los rasgos dado por los equipos de protección
personal.
Yo siempre digo que no
hay cosa mejor que el contacto visual con los pacientes, cuando uno puede ver a
los pacientes y sentir que el paciente también te mira a vos, eso es una
diferencia que es fundamental no decir ahora cuando vos no ves al paciente
porque estás expuesto con gafas, con protectores faciales, con barbijo tricapa y demás la…la sensación a veces del
que está en la cama, puede ser de mucha angustia. (E002)
Si
bien en este estudio nos centramos en los aspectos subjetivos de los
profesionales que enfermaron, muchos señalaron cambios en sus
prácticas que estiman serán a largo plazo. Esto se dio
especialmente en los contextos de mayor vulnerabilidad.
Yo por ejemplo ahora
sé que el barbijo, el N 95 va a ser parte de mi atención con el
paciente no solamente por… por… por ahora y un tiempo más, sino me
parece que va a quedar por el resto de…que ya lo asimilé. Y me parece
que […] es algo automático que, llega un paciente y ya uno se empieza a
calzar todos los elementos de protección y como que ya vas a atender a
un paciente. Y también la misma gente se da cuenta de que vos te
estás preparado para la atención y que te estas protegiendo
también…, o sea que algo como recíproco, de que nosotros nos
preparamos y ellos también esperan que nos estemos preparando para su
atención. (E001)
En eso vamos a hacer
cierta experiencia porque eso, digamos, la realidad viste que a veces va
superando todo lo que son las posibles prevenciones que podemos hacer, por
ejemplo los pacientes en espirometrías, la
realidad es que todas las recomendaciones me parece que tienden a ser
extremas…..y por lo menos yo estando en los dos hospitales y en la parte
privada, y en contacto con todos los colegas, no se cumple la
ventilación cruzada, digamos, el filtro creo que es lo que más se
cumple pero….por ejemplo en la sala que nosotros hacíamos en el
hospital, no teníamos ventilación cruzada, pero no
teníamos otra sala y con el filtro digamos, no tenemos ninguna
técnica que se haya contagiado en la espirometria,
no tenemos pacientes, digamos, que posterior a la espirometría
hayan reportado, nosotros le decíamos que si en los próximos 7 a
10 días tenían algún síntoma, por favor que avisen,
no tuvimos ningún paciente que nos haya reportado en relación con
el estudio. (E010)
Los
cambios en lo personal en algún caso se consideran definitivos: “Tengo
esa sensación de que pasado un tiempo ya tan largo no soy exactamente
la misma persona que era pre pandemia, algo, alguna diferencia me quedó”
(E002). Alguno de los entrevistados tuvo también gripe A durante la
epidemia de 2009 y en este sentido, a pesar de haber tenido una forma moderada,
señala sobre el COVID-19: “Pega, pega, pega, no te da tregua, es
distinto de la gripe A” (E011)
Todo
lo anterior nos sugiere que, en el proceso de ser pacientes de COVID-19, los
profesionales tuvieron desafíos especiales que no aparecen en la
población general como discutiremos en el siguiente apartado.
Discusión
Nuestros
hallazgos, en líneas generales, corroboran los de otros autores
referidos a patologías distintas al COVID-19. Sin embargo, esta pandemia
tuvo particularidades que no habían sido exploradas. En primer lugar, en
el grupo que estudiamos, la especialidad está dirigida al estudio y
tratamiento de la patología pulmonar y este fue precisamente uno de los
órganos más afectados. En segundo lugar, se trató de una
enfermedad desconocida hasta el momento. El médico que conoce acerca de
su materia, sabe cómo posicionarse frente a determinada enfermedad,
cómo exponerse menos, cómo tratarla. Si bien hay otros elementos
que permiten controlar sus temores personales, el conocimiento es el primero. Y
en el caso del COVID-19 el conocimiento se fue construyendo a medida que
avanzaban los casos.
Un
tercer factor diferencial fue la transmisibilidad. Uno de los sentimientos que
más comunicaron los entrevistados fue el temor a enfermar a su familia,
en cuyo interior era muy difícil mantener un aislamiento estricto.
Por
último, el carácter de pandemia hizo que los profesionales se
enfermaran en este lapso con poca diferencia temporal y en medio de una explosión
de las comunicaciones, tanto para conocer lo que pasaba en otras partes del
mundo como para estar conectado con su entorno familiar y social.
Debemos
señalar que este trabajo solo pretende iluminar este territorio difícil
y emocionalmente cargado, al decir de Edelstein7 y deja fuera de su objetivo, sin
desconocerlos, otros aspectos muy importantes del impacto de la enfermedad en
los profesionales, como, por ejemplo, derechos laborales, coberturas de salud,
atención de las secuelas, condiciones de trabajo. Su fuerza reside en
que registra un aspecto invisibilizado de la
pandemia. Sería deseable extenderla a otros contextos y a otros miembros
del equipo, especialmente a enfermería.
Una
limitación atendible es que los respondedores pertenecen a un colectivo
determinado (socios de la AAMR), tuvieron con mayor frecuencia enfermedad leve
y moderada y disposición a contar. Relatar tuvo para los entrevistados
un carácter catártico. “Creo que es muy importante la cabeza, la
cabeza de los que estamos laburando en esto, es muy importante este tipo de
espacios como para poder recuperarnos, como para poder… como para poder
hacerle frente a tener que volver.” (E006) Desde el punto de vista de la
escucha, fue muy enriquecedor, recorrimos distintos momentos de la pandemia,
nos conmovimos con ellos. A diferencia de los “casos” que solemos utilizar para
elucubraciones teóricas, ateneos u otras, no hubo acá “casos
interesantes”, todos lo fueron ya que la interioridad del sujeto es un mundo
siempre original y único.
En
conclusión, el COVID-19 no es solo un virus para las personas afectadas.
Esta investigación nos permitió conocer las vivencias de 12
médicos y un kinesiólogo a la hora de ser pacientes de COVID-19.
Describieron sus síntomas, su actitud a la hora del diagnóstico y
el tratamiento, vivieron en algún momento la pérdida de poder que
significa estar del otro lado, expresaron sus temores, miraron con ojos
críticos algunos aspectos a corregir del sistema de salud, agradecieron
a los que los atendían. Revalorizaron el rol del personal de
enfermería cuando les tocó estar internados y el de la familia y
los amigos durante el aislamiento y otros momentos de la enfermedad. Su
relación con los pacientes después de enfermar, en algunos casos
se percibió como más consciente y empática. En cuanto a
la práctica profesional, aumentaron las medidas de seguridad para el
paciente y para ellos mismos, ya que la pandemia puso de relieve muchas
deficiencias de las que no se tomaba conciencia. Todos concordaron en que estas
medidas van más allá del COVID-19 y que quedarán
instauradas definitivamente.
Desearíamos
aportar a los formadores de profesionales de la salud, la idea de que la
empatía es altamente deseable en esta tarea, que va más
allá del conocimiento académico y que puede entrenarse y para
ello debe ser parte del currículo. Y para esto no es necesario que una
enfermedad nos ubique en el lugar del paciente.
Conflictos
de interés: Las
autoras declaran no tener conflictos de interés de ningún tipo
con referencia al estudio.
Agradecimientos:
A
las autoridades de la AAMR en la persona de su presidente actual, Dr Julián Ciruzzi y de su
vicepresidente Dr. Alejandro Videla; a los coordinadores de la Sección
Clínica y Crítica, Dres. Daniel Carlés
y Vanesa Abrate. A todos ellos por su apoyo y
colaboración.
Un
agradecimiento muy especial a la Dra. Ana López por su apoyo a la hora
de comentarle la idea inicial, por su tiempo, sus sugerencias atinadas y por
acompañarnos desinteresadamente durante su ejecución.
A
las profesoras y compañeras del Taller del Redacción de Textos
Académicos, Cátedra Unesco, Filosofía y Letras UBA, por
sus lecturas, escucha atenta y sugerencias.
A
todos los que participaron en las entrevistas porque se atrevieron a contar y
compartir e hicieron posible este trabajo.
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