Autor :Saad Romina1 Morales Rosana1 Trinidad Mariel1 Peñafiel Ricardo1 Mellino Melisa1 Monaje Vanesa1 Herrero Gabriela1 Ortega Karina1 Ortiz Florencia1
1Servicio de Neumonología, Hospital Presidente Perón, Avellaneda, Argentina
Correspondencia :E-mail: rominasaad@gmail.com
Resumen
Se
presenta el caso de un paciente masculino de 60 años de edad, tabaquista
de 135 paquetes/año con síntomas respiratorios agudos e
infiltrados pulmonares bilaterales, en contexto de pandemia y cuyo diagnostico definitivo fue adenocarcinoma de pulmón,
presentando durante su evolución neumotórax espontaneo. Arribar
al diagnóstico definitivo puede llegar a ser un gran desafío por
la similitud en la presentación radiológica como en los
síntomas respiratorios atribuibles a COVID-19 y la dificultad para
llevar a cabo los procedimientos diagnósticos. La sospecha de una
neoplasia de pulmón, cuando se acompaña de un neumotórax
debe incluirse dentro de los diagnósticos diferenciales, aunque se trate
de una entidad poco frecuente.
Palabras
clave: Neumonía
grave por SARS-CoV-2; Adenocarcinoma; Neumotórax
Abstract
Wepresent the case of a 60-year-old male, a
135-pack/year smoker with acute respiratory
symptoms and bilateral pulmonary
infiltrates, in the context of a pandemic and whose definitive diagnosis was lung adenocarcinoma, presenting during his evolution spontaneous
pneumothorax. Arriving at the definitive diagnosis can become a great challenge due to the similarity in the radiological presentation and in the respiratory symptoms attributable to COVID-19 and the difficulty in carrying out the diagnostic
procedures. The suspicion of a lung neoplasm, when accompanied by a pneumothorax, should be included in the differential diagnoses, although it is
a rare entity.
Key
words: Severe pneumonia
due to SARS-CoV-2; Adenocarcinoma; Pneumothorax
Introducción
El
hallazgo en una radiografía simple de tórax de infiltrados
pulmonares bilaterales en un paciente tabaquista severo, con clínica de
disnea y tos, nos obliga en la actualidad a descartar en primera instancia
infección por SARS-CoV-2.
El
COVID-19 típicamente induce una neumonía bilateral difusa
intersticial con lesiones en distribución asimétrica y parcheada
que afecta principalmente a la periferia pulmonar. La neumonía es la
complicación más grave, especialmente en pacientes mayores de 60
años con comorbilidades asociadas.
Debido
a su alta sensibilidad y accesibilidad, la TC de tórax aporta datos
sobre la extensión y gravedad de esta enfermedad. Los hallazgos tomográficos por orden de frecuencia son: opacidades
en vidrio esmerilado con engrosamiento septal y/o reticulación, vidrio esmerilado aislado, vidrio
esmerilado con consolidación y consolidación aislada,
estrías fibróticas y líneas
subpleurales1, 2.
Otros hallazgos como neumotórax, derrame pleural (DP) o
pericárdico y linfadenopatías son
infrecuentes, pero pueden observarse con la progresión de la enfermedad3, 4.
A
pesar de que las infecciones respiratorias (bacterias, virus, micobacterias) son la causa más frecuente de infiltrados
pulmonares, hay que considerar otros procesos no infecciosos
(cardiogénicos, inflamatorios, inmunológicos, tumores y
metástasis). La asociación de infiltrados pulmonares con
neumotórax espontáneo y derrame pleural en infección por
SARS-CoV-2 es alrededor del 1% y 3% respectivamente3-16.
Dado lo poco frecuente de esta presentación y teniendo en cuenta que en
el caso que se describe, el paciente no recibió asistencia respiratoria
mecánica que justificara la evolución con neumotórax, nos
obliga a plantear otros diagnósticos diferenciales como causa de dichos
hallazgos radiológicos, teniendo en cuenta la clínica y los
factores de riesgo del paciente11-14.
Caso clínico
Se
presenta el caso de paciente masculino de 60 años de edad, tabaquista
severo 135 paquetes/año, con antecedente de hipertensión
arterial, en aislamiento social obligatorio y preventivo por la emergencia
sanitaria. Sin contacto estrecho con paciente sospechoso o confirmado de
Covid-19. No registra aplicación de vacuna antigripal ni antineumocóccica. Consulta el 16 de mayo del 2020,
al servicio de guardia por presentar disnea progresiva, escala mMRC I a III, tos escasamente productiva, con
expectoración de característica mucosa, de una semana de
evolución y pérdida de peso hace un mes. Al ingreso se encontraba
afebril, normotenso, regular mecánica
ventilatoria, con rales crepitantes bilaterales como
único hallazgo físico, se realiza laboratorio e imágenes.
Análisis
complementarios
Leucocitos:
10600 /mm3
neutrófilos 80,7%, linfocitos 16,9%, Hemoglobina:15 g/dl,
Plaquetas: 334000/mm³, Hematocrito: 44%, Urea: 28 mg/dl, creatinina: 0,73
mg/dl, GOT:17, GPT:27, Glucemia: 117 mg/dl, LDH: 381 UI/l, PCR: 5,91 mg/l,
VSG: 30 mm/ hora, Ferritina: 372 ng/ml, TP: 73%,
KPTT: 31 seg, PH: 7,39, PO2:
43 mmHg, PCO2:
39 mmHg, HCO3:
24 mmol/l, Lactato: 1,9 mmol/l,
Sat O2 82%,
FIO2: 0,21. Serología
VIH no reactiva.
Estudios de
Imágenes
La
radiografía (Rx) de tórax puso en
evidencia opacidades bilaterales, con tendencia a la consolidación de
vértice a base.
En
la tomografía computada (TC) de tórax, se observaron
adenopatías mediastinales discretamente
aumentadas de tamaño, que no superan 1 cm de diámetro con derrame
pleural izquierdo leve. Extensas áreas de consolidación alveolar ileofugales bilaterales, predominio lóbulos
superiores.
Otros
hallazgos fueron, deformación polo superior del riñón
izquierdo, por masa heterogénea con densidad tisular 60 mm, presunto
proceso neo formativo.
Abordaje
terapéutico y evolución
Se
interpreta en primera instancia el cuadro clínico como insuficiencia
respiratoria aguda hipoxémica con
neumonía grave con sospecha de Covid-19.
El
paciente ingresa a unidad de cuidados intensivos, inicia tratamiento
empírico con un esquema combinado de antibióticos-piperaciclina tazobactam 4,5 mg
cada 6 hs/vancomicina 1 g día/azitromicina 1 g día/lopinavir-ritonavir
200mg/ día. Se realiza PCR- SARS CoV-2, se recibe resultado negativo a
las 72 hs, evoluciona favorablemente sin
requerimiento de ARM, recibiendo soporte de oxigeno con mascara con reservorio.
A los 7 días por mejoría clínica, se decide su pase a sala
general para continuar su tratamiento antibiótico. Se reciben
hemocultivos, baciloscopía y cultivo para
gérmenes comunes del esputo negativos. Se otorga el alta hospitalaria,
con control programado por consultorios externos de Neumonología
para seguimiento y estudio de imágenes pulmonares.
A
la semana de su egreso hospitalario concurre a la consulta ambulatoria
refiriendo disnea mMRC II y toracodinia
bilateral. Se constata hipoxemia por gasometría arterial, sin
modificaciones en el resto de los valores de laboratorio. En nueva TC de
tórax se observa persistencia de imágenes consolidativas
bilaterales en lóbulos superiores e hidroneumotórax
izquierdo Grado III.
Se
decide colocar tubo de avenamiento pleural y toma de biopsia por VATS (Fig. 4),
previo hisopado nasofaríngeo para SARS- CoV-2 negativo. Se plantean
diagnósticos diferenciales entre ellos cáncer de pulmón,
metástasis de cáncer renal, neumonía en
organización, micosis pulmonar entre otros.
Luego
de procedimiento quirúrgico el paciente evoluciona en forma
tórpida y fallece a la semana.
Se
recibe informe anatomopatológico:
parénquima pulmonar y pleura infiltración neoplásica del
tipo adenocarcinoma.
Se
realizaron técnicas de inmunohistoquimica:
TTF-1: positivo, PAX-8: negativo. Dichos hallazgos confirman cáncer
primario pulmonar.
Discusión
El
cáncer de pulmón (CP) puede tener una amplia forma de
presentaciones clínicas y radiológicas, así como una
evolución y una progresión variable, lo que dificulta el reconocimiento
temprano y el diagnóstico oportuno15.
Los
hallazgos clínicos e imagenológicos en
la neumonía COVID-19, puede parecerse a los encontrados en pacientes con
cáncer de pulmón, o como complicaciones del tratamiento (inmunoterapia,
quimioterapia, radioterapia, y/o terapias dirigidas) y otras complicaciones
infecciosas12.
De la misma forma, los pacientes con cáncer de pulmón avanzado,
tienen síntomas similares a una neumonia por
SARS-CoV-2, (p. ej., tos y dificultad respiratoria), lo que puede causar un
retraso en el diagnóstico del mismo5.
El
adenocarcinoma de pulmón evoluciona a partir de las glándulas
mucosas y representa aproximadamente el 40% de todos los cánceres de
pulmón. Es el subtipo más común que se diagnostica en personas
que nunca han fumado. Generalmente se presenta en la periferia del
pulmón y en muchos casos se puede encontrar en cicatrices o áreas
de inflamación crónica. La edad media de diagnóstico del
adenocarcinoma de pulmón es de 71 años, y este cáncer en
particular, es muy raro antes de los 20 años. En las últimas dos
décadas, el adenocarcinoma ha reemplazado al cáncer de células
escamosas de pulmón como el cáncer de células no
pequeñas más prevalente6.
El adenocarcinoma de pulmón de tipo neumónico (P-ADC) fue
definido por Detterbeck et al.7 como “adenocarcinoma que se
presenta con áreas de infiltrados o consolidaciones similares a la
neumonía que involucran una región del pulmón”. Histológicamente,
hay un crecimiento lepídico predominante, con ocupacion parcial de los espacios alveolares por mucina o
células tumorales. La literatura existente sugiere una
correlación entre los hallazgos de imagen y el tipo histológico
con el adenocarcinoma de tipo mucinoso que se
presenta como un patrón de consolidación en el 33-75% de los
casos y como opacidades en vidrio esmerilado en el 75%15.
La
diseminación local del adenocarcinoma puede ser de contiguidad
a la pleura, el diafragma, el pericardio o los bronquios, y la enfermedad
avanzada se disemina al mediastino, los grandes vasos, la tráquea, el
esófago, la columna vertebral o el lóbulo adyacente. La
metástasis en ganglios linfáticos ocurre en los peribronquiales antes de pasar a los ganglios mediastínicos o subcarinales
y luego al pulmón contralateral. La metástasis a distancia
incluye la extensión a un lóbulo contralateral, nódulos
pleurales, derrame pleural o pericárdico maligno, o cualquier sitio
distante como el cerebro, los huesos o el hígado. La afectación
pulmonar difusa de tipo neumónico se asocia a peor pronóstico,
pero también a menor metástasis ganglionares y a distancia8.
En
nuestro caso clínico, el paciente presentó infiltrados pulmonares
bilaterales con tendencia a la consolidación, derrame pleural y
neumotórax espontaneo que en contexto de pandemia hizo necesario
descartar en primera instancia infección por SARS-CoV-2. Aunque la
asociación con patología pleural es poco común en
pacientes con COVID-19, existen reportes de casos en la actualidad, que se
corresponden con una aparición mas
tardía en el caso del DP y de peor pronostico16.
La
relación de un neumotórax y un carcinoma broncopulmonar
también es infrecuente. Se estima que solo el 2% de todos los
neumotórax espontáneos coexisten con un tumor maligno de
pulmón, ya sean primarios o secundarios. El mecanismo por el cual se
produce un neumotórax secundario a cáncer de pulmón todavía
no está claro, pero hay muchas teorías al respecto. La primera
postula que podría resultar de la necrosis del tumor, ruptura del tejido
neoplásico necrótico en la cavidad pleural. La segunda, que
podría ser causado por la ruptura de un nódulo tumoral o de la
necrosis de las metástasis subpleurales. Una
tercera teoría propone que el tumor ubicado en la periferia pulmonar
puede obstruir bronquiolos y así producir distensión local del
pulmón y eventual ruptura pulmonar. La cuarta atribuye el
neumotórax a la relación causal con bronquitis crónica o
enfisema bulloso, y que estas bullas podrían romperse seguido de una
alteración de la arquitectura bronquial del cáncer9,
10.
La
presencia de hallazgos sospechosos en la radiografía de tórax,
unido a la existencia de factores de riesgo para CP en pacientes con
neumotórax de evolución tórpida, incrementan la sospecha
clínica, por lo que se deben indicar pruebas complementarias de mayor
especificidad y sensibilidad como la TC torácica con y sin contraste,
PAAF, fibrobroncoscopia, videotoracoscopia,
que son de gran importancia en el diagnóstico más preciso tanto
del CP como del neumotórax y para la obtención de un resultado
histopatológico, lo que condicionaría una conducta
terapéutica pronta y adecuada9.
Es
importante considerar diagnósticos diferenciales de origen
neoplásico para los casos sospechosos de neumonía de lenta
resolución, como ocurrió con nuestro paciente. El diagnostico
precoz de cáncer de pulmón es importante y los síntomas
respiratorios pueden confundirse con una infección por SARS-CoV-2 en
este contexto y retrasar el diagnóstico. Además, los
procedimientos invasivos requeridos para el diagnóstico y la estadificación apropiados son a menudo
procedimientos potencialmente generadores de aerosoles, un hecho que puede introducir
más demoras o incluso conducir a la eliminación de algunos
métodos diagnósticos estándar debido a la posibilidad de
exposición del personal médico al SARS-Cov-2. El desafío
actual en el tratamiento de pacientes con cáncer de pulmón es la
necesidad de equilibrar el riesgo potencialmente amenazante de una
infección con COVID-19 contra la terrible
consecuencias de retrasar o no tratar un diagnostico
de malignidad. Debemos promover y aconsejar la percepción del paciente
de su riesgo personal de enfermedad grave por SARS-CoV-
2 y los riesgos de padecer otras patologias
vinculadas al uso de tabaco. La falta de control de salud pulmonar en estos
pacientes, más aun si están experimentando
síntomas sugestivos de cáncer trae aparejado demoras
diagnósticas con pérdida de la oportunidad del tiempo
diagnóstico y terapeútico con aumento
de la morbimortalidad13.
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