Autor : Bevilacqua Carlos H.
Correspondencia : Carlos H. Bevilacqua e-mail: cbevilacqua@gmail.com
Al editor:
En el número de junio de 2016 de la RAMR se
publicaron resultados de la desvinculación de
ventilación mecánica (VM) de pacientes ingresados en Unidades de Terapia Intensiva (UTI) que
requirieron conexión a un respirador por más de
12 horas.
La voluntad de conocer qué pasa en la UTI con
los procedimientos frecuentes resulta muy aconsejable y cuando nuestros colegas asumen la tarea
de publicar esos resultados, agradecemos la contribución. Además de gratitud por la publicación,
se me ocurren unas pocas reflexiones que abordan
aspectos de las “destrezas” del procedimiento.
Resulta claro que en aquellos pacientes que
requirieron ventilación mecánica durante y después de un procedimiento quirúrgico, la extinción
de acción de los efectos de depresores del sistema
nervioso central y relajantes musculares, permite
que recupere su sensorio en plenitud, así como
también la fuerza de sus músculos respiratorios.
Desvincular a estos pacientes es usualmente
sencillo.
El efecto de los relajantes musculares y/o las
elevadas fracciones inspiradas de oxígeno suministradas, producen un colapso significativo de
las porciones más dependientes del tejido pulmonar. Esto altera el intercambio gaseoso durante
varios días. Sin embargo, la desvinculación de
estos pacientes de la VM suele ser un procedimiento sencillo. Condiciones similares plantean
aquellos pacientes que son ventilados durante
un episodio de edema agudo de pulmón hipertensivo. Logrados los objetivos del tratamiento
médico, la mejoría del intercambio gaseoso y de
la distensibilidad, también permitirán una rápida
y fácil desconexión.
En el otro extremo, el de la dificultad máxima,
será necesario en oportunidades el procedimiento
de la traqueostomía después de dos o tres semanas
de intubación traqueal, para poder encarar con
más posibilidades un destete dificultoso.
Algunas observaciones a considerar:
– Es preciso que el paciente esté despierto y colaborador al momento de intentar la desconexión.
Por ello será necesario disminuir o suspender
previamente toda administración de sedantes,
antipsicóticos o relajantes musculares.
– Resulta también muy apropiado que el personal
a cargo informe del monto de secreciones y de
la capacidad potencial del paciente para expulsarlas. La medición de la fuerza espiratoria
máxima y el pico de flujo espiratorio a través del
tubo endotraqueal serán claves para estimar su
capacidad tusígena.
– La posición en la cama durante los intentos de
desconexión, así como durante las mediciones
de flujos y fuerzas es muy importante: el paciente debe estar bien sentado o erguido. Si es
posible con las piernas colgando al borde de la
cama.
– En el caso de los pacientes con enfermedad pulmonar obstructiva crónica, que se han ventilado
durante el curso de una exacerbación aguda,
es frecuente que la permanencia prolongada
del tubo endotraqueal produzca una reducción
significativa de su calibre y ello se transforme
en una gravosa carga resistiva al momento del
destete. En la profilaxis de esta complicación es
mandatorio el empleo de sistemas de humidificación activa. En oportunidades, y con el aval de
los más experimentados, habrá de ser necesario
remover el tubo endotraqueal, para facilitar
el “destete”. Esta maniobra no está exenta de
riesgos, y puede requerirse reintubación.
– Los pacientes ancianos, y quienes permanecieron varios días en UTI, ofrecen multitud de “excusas”, vinculadas a excitación psicomotriz
o delirio, que pueden inducirnos al empleo de
depresores del SNC. Abstenerse de su indicación
requiere de destreza, número suficiente de personal de enfermería y habilidad para encontrar
alternativas: aliviar el dolor; explicar las razones
de su permanencia; aprovechar el efecto calmante de la compañía de un familiar; facilitarle una
radio o su música favorita; etc.
– Atender la eventual falla cardiaca por bajo gasto
y corregirla antes de iniciar el destete resulta
imprescindible. El consumo de oxígeno de los
músculos respiratorios en estas circunstancias
puede alcanzar el 30% o más del consumo total,
de modo que la optimización de la condición
general es mandatoria.
– Existen múltiples índices predictivos de la
evolución de la desconexión de VM. Uno de los
más difundidos es el que relaciona frecuencia
respiratoria y volumen corriente (f / VT) o Índice de Tobin, que cuando muestra respiración rápida y superficial, sugiere fracaso. Estas mediciones sólo deberían ser consideradas como
indicativas.
La polineuropatía del paciente crítico, tan
frecuente entre quienes desarrollaron fallos orgánicos múltiples, es una dificultad extrema cuando
afecta músculos respiratorios. Con frecuencia
estos pacientes requieren traqueostomía, y su
desvinculación del respirador puede demandar
semanas o meses.
– Giménez ML, Verde GA, Salvati IG & col.. Características de los pacientes desvinculados de la ventilación mecánica invasiva. Un estudio multicéntrico. RAMR 2016; 2:105-112.