Revista Americana de Medicina Respiratoria - Volumen 14, Número 3 - Septiembre 2014

Editorial

"Information wants to be free" o el debate sobre las publicaciones de libre acceso

Autor : Silvia Quadrelli

Editora en Jefe, Revista Americana de Medicina Respiratoria

Correspondencia : E-mail: silvia.quadrelli@gmail.com 

La información quiere ser libre (Information wants to be free) es una expresión que forma parte de la historia del movimiento por el contenido libre de la información desde que Stewart Brand la pronunciara en 1984 en la primera Conferencia de Hackers. Los comentarios de Brand en la conferencia fueron transcritos en la Whole Earth Reviewy una versión posterior aparece en “The Media Lab: Inventing the Future at MIT”: “La información quiere ser libre. La información también quiere ser cara. [...] Esa tensión no desaparecerá”1.
Hace diez años, la Iniciativa Acceso Abierto de Budapest (Budapest Open Access Initiative, BOAI) lanzó una campaña mundial para el acceso abierto (open access, OA) para las publicaciones científicas. Esta iniciativa fue la primera en utilizar el concepto de “acceso abierto” (OA) con este objetivo, en articular una definición pública del OA y en proponer estrategias concretas para hacerlo. Desde entonces, OA es el acceso inmediato, sin requerimientos de registro, suscripción o pago –es decir sin restricciones– a material digital educativo, académico, científico o de cualquier otro tipo, principalmente artículos de investigación científica de revistas especializadas y arbitradas mediante el sistema de revisión por pares o peer review. En 2012, la Declaration of the BOAI, seguida el siguiente año por el Bethesda Statement on Open Access Publishing y la Berlin Declaration on Open Access to Knowledge in the Sciences and Humanities abogaron por artículos de investigación revisados por pares, donados para publicación por parte de los autores sin expectativa de compensación y que deberían estar disponibles online, gratis y con el mínimo de restricciones de uso posibles.
A pesar del innegable atractivo (práctico e ideológico) del OA, se ha generado desde el comienzo un enorme debate sobre su sostenibilidad, fundamentalmente en relación a dos ejes: la financiación de un sistema de acceso abierto de comunicación académica y el sostenimiento de la calidad de las publicaciones bajo este sistema.
La producción y distribución de la ciencia tiene una magnitud que genera (y requiere) un negocio alrededor de estas actividades. Tradicionalmente, el formato de organización es que los investigadores realizan estudios para los cuales generalmente obtuvieron fondos de una agencia del gobierno, una universidad o una compañía farmacéutica. Sin embargo, parte de las investigaciones son financiadas por el mismo investigador o no son financiadas en absoluto. Toda investigación genera artículos que son enviados a la revista más adecuada, elegida en base a su reputación, orientación y factor de impacto. Cuando la revista recibe el trabajo, es revisado por colegas expertos y los artículos son aceptados para publicación (tanto online como en papel). Hasta este momento, no hay movimiento de dinero (excepto el financiamiento de la investigación original), ya que la revisión por pares es casi siempre no remunerada, aunque unas pocas revistas ofrecen una recompensa simbólica, generalmente en la forma de subscripciones gratuitas. Pero a partir de allí, la revista genera dinero de varias maneras: vende subscripciones a instituciones y a individuos y opera un sistema de “pagar para ver” para artículos individuales2. Por supuesto, esto genera enormes costos a los individuos y a las instituciones. Se calcula, por ejemplo, que las universidades británicas pagan más de 200 millones de libras en subscripciones a revistas y todos conocemos qué tan inaccesibles son las subscripciones individuales. Estos no son los únicos ingresos de las revistas, tienen también ingresos por publicidad, algunas que publican grandes ensayos para nuevas drogas venden re-impresiones de los artículos a las compañías farmacéuticas e inclusive, muchas revistas impresas importantes cobran a los autores por las publicaciones, pese a lo cual los autores aún así deben ceder el copyright a la revista. Por ejemplo, el American Journal of Kidney Diseases cobra 75 USD por página extra de 4 páginas y 650 USD por la primera figura a color al igual que Respiration cobra 800 francos suizos por cada página color y 325 por cada página por encima de las 4 páginas. Algunas revistas locales tienen también costos no menores de publicación. Por supuesto, la justificación de estos ingresos es que cubren los gastos de publicación, que en una revista internacional tradicional pueden llegar a los 3000 USD por artículo.
Pero a pesar de esta justificación, hacía muchos años que el descontento con el sistema era importante entre los autores, pero también entre los financiadores de la ciencia. Peter Suber, un importante defensor del OA, enfatiza que los investigadores se enfrentan al problema de que donan tiempo, trabajo y dinero público para crear conocimiento y luego deben entregar el control de los resultados a propietarios de negocios que creen, correcta o incorrectamente, que sus ingresos y supervivencia dependen de limitar el acceso a ese conocimiento3.
La llegada de Internet cambió profunda y permanentemente la manera en que la información puede ser diseminada y discutida y estimuló el desarrollo del movimiento OA aumentando la demanda dediseminación gratuita de la información contenida en las revistas.
El pensamiento detrás del OA es que si la investigación es financiada públicamente, tanto el público como la comunidad científica y no solamente aquellos que están suscriptos a las revistas, deberían ser capaces de ver los resultados de la investigación de inmediato. La publicación OA significaría que las bibliotecas universitarias no necesitarían subscripciones institucionales porque quienes financian la investigación cargan con los costos de financiar la publicación de sus resultados. Los lectores e investigadores individuales serían capaces de leer la investigación más novedosa sin cargo.
Sin embargo, producir artículos de alta calidad (aún online) revisados por pares tiene su costo. El hecho de que los investigadores donen a los editores la propiedad de sus artículos de investigación –así como su tiempo y esfuerzo como revisores– no significa que no existan costos asociados con la producción de publicaciones de alta calidad. El proceso editorial tiene costos, la edición, la corrección, la supervisión del idioma cuando el autor no es nativo en la lengua de publicación, la confección de los originales, el sostenimiento de las plataformas electrónicas, el archivo y la difusión requieren tiempo, infraestructura y recurso humano experto. La mayor parte de las revistas requieren al menos dos personas asalariadas para hacer el trabajo editorial, varios editores académicos trabajando varias horas a la semana y el trabajo de un equipo gráfico ajeno a los intereses académicos de la revista. Un estudio de Cambridge Economic Policy Associates, en 2010, calculaba que el promedio de las revistas costaba por artículo para la producción en papel y electrónica aproximadamente 3957 USD (eliminando la ganancia de quienes la publican). Las revistas OA online no tienen el costo del papel impreso, pero no son libres de costo. La revista “Public Library of Science One”es hoy la mayor revista revisada por pares en el mundo. En 2011, publicó casi 15.000 artículos (el 69% de todos los trabajos enviados) con un costo de 1350 USD por publicación, con un movimiento anual de más de 20 millones de dólares provenientes de las tarifas cobradas a los autores.
En las publicaciones OA el circuito del dinero es distinto. La revista tiene un cargo de procesamiento del artículo (CPA) que requiere a quien lo publica. Los investigadores deben por tanto incluir estos costos dentro de su pedido de financiamiento. Actualmente los CPA en las publicaciones médicas estánentre 1500 y 3500 dólares por artículo. Esta suma puede no ser significativa para una beca o subsidio de investigación importante, pero sí lo es para cualquier investigación que no es financiada externamente o que fue conducida sin financiamiento. Lo más importante del modelo OA no es solamente el libre acceso, sino que el copyright queda en manos de los autores, y los artículos pueden ser republicados tantas veces como se desee sin necesidad de permisos o regalías.
Las revistas OA han crecido muchísimo en número en la última década. En el año 2000 había menos de 800 con menos de 20.000 artículos al año. Para 2009, se publicaban 5000 revistas OA anualmente, conteniendo casi 200.000 artículos. El directorio de los Open Access Journals (DOAJ) incluye hoy en su lista más de 800 revistas OA, muchos de los cuales gozan de mucho prestigio valorado a través de los indicadores bibliométricos de excelencia convencionales.
El movimiento OA no puede ser apreciado globalmente sin entender el complejo e interdependiente sistema que produce, evalúa y distribuye resultados de investigaciones académicas. Los intereses de cada actor del sistema son necesariamente diferentes.
Durante los últimos 60 años, unas pocas compañías editoriales han manejado el sistema que permite la producción de literatura académica revisada por pares. Por otro lado, están las agencias gubernamentales y fundaciones que proveen fondos para realizar investigación; las universidades y otras organizaciones de investigación que emplean a los intelectuales que conducen la investigación, mantienen las instalaciones para la investigación y educan y entrenan futuros investigadores; los autores que no esperan compensación monetaria y escriben artículos de investigación describiendo los resultados de sus investigaciones porque es la base de su trabajo; los editores, que aceptan artículos de investigación bajo la condición de una transferencia de copyright, que facilitan el proceso editorial y manejan los procesos de producción y distribución necesarios para diseminar los artículos; las bibliotecas que utilizan fondos institucionales para comprar, organizar y preservar toda esa literatura.
Los autores dentro de este sistema escriben para tener un impacto, no para ganar dinero. Un sistema de distribución que controla y restringe el acceso a los artículos los perjudica ya que lo que buscan es generar influencia académica y no una remuneración. Los financiadores de investigación y las Universidades quieren que el conocimiento que han ayudado a producir se disemine. La democratización del conocimiento es inequívocamente buena para la sociedad toda. Pero es verdad que el OA no está exento de “efectos adversos” potenciales. Los CPAs de las revistas tienen que ser muy bien calculados para asegurar la viabilidad financiera de la revista. La creciente publicación digital aumenta la difusión, pero puede tener un impacto desfavorable en cuanto a las ganancias por publicidad. Las sociedades científicas pueden perder mucho dinero al perder subscripciones si es que su mayor o único beneficio es el acceso a ciertas publicaciones prestigiosas. Pero el efecto potencialmente más serio es que se reemplace una discriminación por otra: la discriminación contra aquellos que no pueden pagar subscripciones por la discriminación contra los autores que no tienen financiamiento para pagar sus costos de publicación. En su análisis de la transición hacia el OA, el British Journal of General Practice, calculó que alrededor de 50% de los artículos publicados en su revista fueron financiados por organizaciones que probablemente pueden incluir los CPAs en sus becas de investigación, pero que el otro 50% no lo eran. Estos otros estudios financiados por entidades más pequeñas o sin financiamiento probablemente no hubieran podido afrontar los costos de los CPA. De la misma manera, el 38% de los artículos de investigación publicados en el BJGP en 2011 eran de fuera del Reino Unido y las implicaciones de cobrar a autores en otros países para publicación OA en el Reino Unido planteaba una consideración ética y práctica que debía analizarse cuidadosamente.
La Revista Americana de Medicina Respiratoria ha optado hace años por ser una revista OA. Dado que su objetivo principal es estimular el desarrollo de la investigación en medicina respiratoria en América Latina, ha tomado la decisión de no cargar CPA a los autores, consciente de que la mayor parte de la investigación clínica en América Latina no tiene financiamiento. Sostener el OA es una prioridad para nuestra publicación. Por razones ideológicas (porque las sociedades a las que representa apoyan la diseminación libre del conocimiento) y por razones prácticas (porque la diseminación masiva a nivel internacional es el único canal para que otras comunidades académicas “descubran” que América Latina es una fuente potencial de resultados valiosos). Manejarse por fuera de los circuitos de las cuatro o cinco grandes compañías editoriales, transforma el OA en el único recurso para que la medicina respiratoria en América Latina pueda “hacer oir su voz”. Hoy la Revista puede sostenerse financieramente con los ingresos generados por publicidad y porque (excepto una Secretaria de Redacción a tiempo parcial) todo su staff editorial dona su trabajo y es no remunerado. Sin embargo, en la medida en que la complejidad de la Revista aumente (mayor número de artículos, edición bilingüe, mayor cantidad de números impresos) el equilibrio económico de la publicación puede estar en riesgo. Los financiamientos posibles podrían provenir de subsidios a la investigación (capaces de incluir los CPAs) gubernamentales o de la industria farmacéutica. Por supuesto los subsidios, cualquiera sea su origen, significan el riesgo de dirigir el desarrollo de la ciencia en el sentido en que los financiadores desean que se oriente. Probablemente los financiamientos mixtos y rigurosamente controlados por comités de ética y con una clara declaración de conflicto de intereses, sean la forma más plausible a futuro para sostener la viabilidad de las publicaciones científicas en nuestro medio. La realidad es que la investigación científica “en serio” no se desarrollará (ni comunicará) plenamente sin el apoyo financiero de los Estados.
Argentina ha avanzado positiva y rápidamente en este sentido. La creación del Sistema Nacional de Repositorios Digitales en Ciencia y Tecnología y la ley Ciencia Abierta Argentina son contribuciones concretas en términos de política pública. Esta última, establece la obligatoriedad para las instituciones que reciben financiamiento del Estado Nacional, de crear repositorios digitales de acceso abierto y gratuito en los que será obligatorio depositar la producción científico-tecnológica nacional. La ley establece que la producción científica será publicada en “los repositorios digitales” y abarcará los trabajos técnico-científicos, tesis académicas y artículos de revistas que sean resultado de la realización de actividades de investigación financiadas con fondos públicos ya sea, a través de sus investigadores, tecnólogos, docentes, becarios postdoctorales y estudiantes de maestría y doctorado. Sin embargo, para la investigación clínica específicamente, este enorme avance afecta a muy pocos investigadores, en tanto que, la mayor parte de la investigación clínica se realiza fuera de las universidades y no cuenta con ningún tipo de financiamiento específico.
No hay respuestas simples a los interrogantes planteados para la diseminación de la ciencia y no todos los campos de conocimiento tienen ni el mismo comportamiento, ni el mismo tipo y disponibilidad de recurso humano, ni los mismos orígenes de financiamiento. Pero apoyar desde los Estados a las mismas publicaciones (en tanto cumplan con medidas objetivas de idoneidad y transparencia ética y financiera) es una estrategia que contribuiría enormemente a la difusión del conocimiento desde América Latina hacia el mundo.
Involucrarse activamente en la demanda de la generación de políticas públicas de apoyo al desarrollo de la investigación clínica y sus canales de diseminación (tal como ya se han creado para la investigación básica) es una necesidad y una obligación moral de la comunidad médica en América Latina. Solamente de esta manera, América Latina podrá (aunque sea lenta y progresivamente) incorporarse a la comunidad médica internacional no sólo como consumidor sino como productor de conocimiento.

Bibliografía

1. Roger Clarke, “Information Wants to be Free”. Disponible en: http://www.rogerclarke.com/II/IWtbF.html

2. Jones R. Open access publishing: a new direction for medical journals Br J Gen Pract. Oct 2012; 62(603): 514-515.

3. Suber P. Open access. Cambridge, MA: MIT Press, 2012

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Autores:

Churin Lisandro
Ibarrola Manuel

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